sábado, 9 de mayo de 2015

MUERTE EN ACOMA (5 de 6)


                                                                 Jesús Rubio

Todos los presentes escuchaban con gran atención:
-Si así lo hicieren, los pondréis con mucha seguridad y guarda y los traeréis todos a mi presencia para que se les oiga de justicia. Y una vez apartados los indios del pueblo, le pegaréis fuego de manera que no quede piedra sobre piedra ni los indios puedan volver a poblarle por ser fortaleza inexpugnable.
El gobernador también instruyó a Zaldívar de que si se vencía, prendiera a todos los indios que tuvieran edad de pelear y los castigare como entendiera.

PARTE III: SENTENCIA

9 de febrero de 1599. Santo Domingo[1], Nuevo México.
El lugar elegido por Oñate para juzgar a los indios de Ácoma fue otro pueblo indio, que los españoles habían ocupado y rebautizado como Santo Domingo. El gobernador Juan de Oñate nombró al capitán Alonso Gómez Montesinos como defensor de los indios de Ácoma. El capitán aceptó el encargo y juró hacerlo conforme a su mejor entender. El capitán Gaspar de Villagrá[2], dio fe de que el capitán Alonso Gómez de Montesinos era hombre de fiar y que cumpliría fielmente con el encargo de buscar la mejor justicia para sus defendidos.
A través de un intérprete llamado Juan, que era un indio bautizado, los indios fueron relatando su versión de lo ocurrido en Acoma el 4 de diciembre. El primero en ser interrogado fue un hombre llamado Caoma, que dijo que él no se encontraba en el pueblo aquel día. Caoma contó que se enteró luego de lo que pasó, y que riñó a los indios que habían sido responsables de aquello. También declaró que intentó que los indios de Acoma se rindieran cuando lo pidió Vicente Zaldívar, pero que no fue escuchado.
Tras Caoma, quien habló fue Cat Ticati. Este hombre, que aseguró que era un indio de Acoma, les dijo que él no presenció la muerte de Zaldívar y sus hombres. También dijo que cuando se les pidió que se rindieran hubo muchos que quisieron hacerlo y otros que no.
Luego fue interrogado Taxio, quien contó que él estaba en su casa cuando ocurrió todo. Escuchó un gran griterío y que cuando subió a la azotea de su vivienda, vio como mataban a algunos españoles y a otros los lanzaban, ya muertos, por el desfiladero. Taxio dijo que fueron los más mayores del pueblo y los indios más fuertes los que no quisieron hacer la paz con los españoles cuando les fue requerido por Zaldívar.
Fue Xunusta, el cuarto hombre que declaró, quien dijo que la razón de la muerte de los españoles fue que ellos mataron primero a un indio, lo que no enojó al resto, y que por ello les atacaron. Ratificó que cuando les fue pedido que se rindieran hubo división entre los indios, pero que al final, como no hubo acuerdo, se decidió no hacer caso de los requerimientos de Vicente Zaldívar. Excasi, otro  de los interrogados, dijo que la causa de la riña fue una gallina que los españoles tomaron por la fuerza. Caucachi dijo que los españoles habían herido primero a un indio.



10 de febrero de 1599. Santo Domingo, Nuevo México.
Ese día, el gobernador Juan de Oñate comenzó a llamar a todos los testigos españoles que ya habían sido interrogados. Todos se ratificaron. Ninguno cambio su versión. Ni Gaspar López de Tabora, ni Manuel Francisco, ni Francisco Sánchez, ni Juan de Olague, ni Asensio de Arechuleta. Ninguno se desdijo. Y también se ratificaron en lo declarado los testigos de la defensa: Caoma, Cat Ticati, Taxio, Xunusta, Excasi y Caucachi.
Por último, tomó la palabra el defensor Alonso Gómez de Montesinos:
-Señor gobernador, por lenguas les he hecho saber a los indios si tienen algún testigo de descargo, que señale quienes fueron los que mataron a los españoles, para que con ellos se haga lo que convenga. Me han dicho que no los tienen, que lo único que pueden decir en su descargo es que muchos de ellos no son culpables por no hallarse presentes al tiempo que mataron a los españoles ni ser sabedores del delito que los demás cometieron. Por esto y como por lo que resulta de lo de las confesiones que Vuestra Señoría tomó, algunos de los dichos indios se les deba de absolver y dar por libres y dejarlos para que libremente se vayan por donde quisieren, mandando que se les pague y restituya todo lo que les han hecho gastar por haberlos traído presos. Pido y suplico lo haya por bien usando de clemencia con los dichos indios, atento a ser bárbaros como son y pido justicia.



[1] Se trata de otro pueblo nativo, rebautizado por Oñate como Santo Domingo, y adonde había trasladado su cuartel general. Está también en el condado de Sandoval. Conserva su nombre español y está a mitad de camino, prácticamente, entre Albuquerque y Santa Fe.
[2] Gaspar Pérez de Villagrá (1555-1620) fue uno de los capitanes de Oñate en aquella expedición. Escribió, en verso, la Historia de la Nueva México, en la que se relatan todos los hechos de la expedición, incluidos los sucesos de Acoma. Curiosamente, no cita a Diego Núñez Chaves, cuya muerte allí el 4 de diciembre de 1598 está más que contrastada.

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