domingo, 25 de enero de 2015

Guadalcanal en imágenes. Un antes y un después de 90 años


Por Adolfo Moreno y Sergio Mena - Revista de Guadalcanal año 2012

Pocas cosas demuestran con tanto rigor el paso del tiempo como contemplar un cuadro o una fotografía antigua. Si, además, el objeto reflejado sigue existiendo en nuestros días, esa sensación de vértigo temporal se acrecienta. Y eso es lo que les pasa a aquellos que miran con curiosidad las fotos de aquel Guadalcanal que se quedó atrás y ya no volverá nunca más.

En 1922, con 43 años, el sacerdote guadalcanalense Antonio Muñoz Torrado, siendo ya miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, decidió dar rienda suelta a su afición etnográfica por medio de la realización de un reportaje fotográfico sobre su localidad natal. Esas fotografías son, hoy, el reflejo de ese tiempo pasado.

El grupo de imágenes no se plasmó de una vez, sino que vio la luz en dos tandas coincidentes con el mes de septiembre, lo cual puede indicar que aprovechó sus vacaciones para confeccionarlas. Su temática es sencilla. Muñoz Torrado se centró en reproducir los lugares más representativos de Guadalcanal, así como algunos detalles de los pasos de Semana Santa o los rincones de la iglesia de Santa María.

Las imágenes están guardadas en el archivo de la Universidad de Sevilla y se encuentran a disposición del público. Gracias a internet hasta se pueden contemplar desde cualquier parte del planeta, eso sí, a una resolución y un tamaño muy inferior al que tienen las fotos originales.

90 años después, nos hemos hecho la pregunta de cómo encontraría Antonio Muñoz Torrado algunos de los lugares que plasmó con su cámara a día de hoy. Cuando realizó su reportaje, el circuito italiano de Monza acogía su primera carrera y Jacinto Benavente ganaba el Premio Nobel de Literatura. Nueve décadas después existe la telefonía móvil, la televisión, internet, el agua corriente, las carreteras están asfaltadas, la seguridad social es universal, vivimos en una democracia asentada y los automóviles no son un artículo de lujo al alcance de unos pocos.

Por todo ello, hemos elegido (a una resolución de calidad) seis instantáneas tomadas en septiembre de 1922 y hemos vuelto a hacer las mismas tomas en los mismos sitios para comparar las dos fotos y ver la evolución que ha sufrido el lugar en estos años. El vértigo temporal ha sido más que importante.

Fachada del Ayuntamiento

La primera imagen elegida es la titulada “Ayuntamiento (detalle)” por la fototeca de la universidad. Se trata de un plano general de la fachada de la casa consistorial en la que se ve en primer término la calzada de la calle mientras dos personas (una anciana y un niño) deambulan por delante de la puerta del edificio. Como se puede observar, la austeridad es patente, ya que el pavimento de la calle es de piedra pura y la fachada carece hasta del propio cartel de “Ayuntamiento”.

Con el tiempo han llegado nuevos elementos. Tal y como se ve en la foto de abajo, a día de hoy el coche es el dueño y señor del espacio público. La famélica farola de hace 90 años ha sido sustituida por los carteles publicitarios y en la fachada blanden nuevos elementos, como el susodicho nombre, las banderas, otros puntos de luz o varias imágenes cerámicas. Aún así, la sensación general es que la escena ha cambiado poco en todo este tiempo.

Puerta de la sacristía


La imagen titulada “Parroquia de Santa María (detalle)” se corresponde con un primer plano de la puerta de acceso a la sacristía de la parroquia. Como se sabe, dicha puerta de arco de herradura es el resto de uno de los accesos a la antigua alcazaba musulmana del siglo XIII que se encontraba en ese mismo lugar. En 1922 presentaba un aspecto muy parecido al que se veía en la imagen del ayuntamiento, con una acera de piedra cruda y el lienzo de la fachada en cal al natural.     

En 1931 se construyó la torre del reloj, con lo que la puerta que aparecía en 1922 a la derecha de la entrada desapareció con la obra. 90 años de la primera instantánea, el tiempo también parece haberse casi detenido, aunque haya nuevos detalles. El cuidado de la fachada es notorio gracias a las manos de pintura y se han instalado otros elementos como cables de electricidad, carteles de numeración y jardineras en la acera. Por cierto, una acera que está exactamente igual que en 1922.

Santa Clara

El archivo universitario ha codificado la siguiente imagen como “Calle de Santa Clara” y así, efectivamente, sigue denominándose hoy día. A la izquierda vemos en aquella captura del tiempo una vía carente de pavimentado, embarrada, encharcada y enfangada, recorrida por las huellas de las ruedas de los carros y agujereada por las pisadas de los burros y los caballos. La iluminación es un anhelo y la sensación es de crudeza extrema. 

Nueve décadas después, y como puede observarse a la derecha, al ya mencionado imperio de los coches en las calles, llama la atención la civilización del entorno con el adoquinado y acerado de la calle, así como el uso masivo de la electricidad. El progreso ha traído farolas, cables y antenas por doquier, algo que, aunque ya existía en 1922, era el privilegio de unos pocos.
Al fondo de la primera imagen puede verse el campanario de la iglesia de San Sebastián que hoy día es el mercado de abastos. La torre fue derribada en los años 50 y de ella ya no queda ningún vestigio, lo que explica el vacio en el cielo de la segunda estampa. El edificio del antiguo convento de Santa Clara, en ruinas en 2012, no presentaba un aspecto mucho más aseado hace 90 años.
Sea como fuere, los guadalcanalenses siguen usando la misma vía por los mismos sitios, como demuestran las dos figuras humanas que aparecen en sendas fotografías.     
     
Mercado de abastos

Quizá sea este el ejemplo más claro de la evolución arquitectónica de Guadalcanal en todo este tiempo. Como ya se ha indicado, la iglesia de San Sebastián desapareció como tal hace 60 años. Su transformación en mercado de abastos ha sido radical como se demuestra en estas dos fotografías.
En 1922, Muñoz Torrado, desconociendo el devenir del edificio, lo retrató tal como era desde su fachada principal, de gótico mudéjar y construida en el siglo XVI aunque reformada en el XVIII. A sus pies, de nuevo la calle, esta vez sin barro pero igualmente cruda y vacía.
Por cierto, en la Universidad de Sevilla tienen clasificada la imagen como “Parroquia de San Vicente (detalle)”, lo cual es erróneo.
Andrés Mirón ya criticó en uno de sus Calicantos la reforma de San Sebastián en 1952, una transformación radical que no solo tiró abajo la torre, sino que levantó nuevos muros y quitó de en medio la casa de arcos ciegos que se veía en la primera imagen y que hoy da espacio a los aparcamientos de la calle.
La secularización de este espacio, al menos en su aspecto exterior, se ha visto acompañado de los elementos propios de tiempo actual que ya se han visto en anteriores fotos. Nuevamente vemos coches, cables y farolas dominando el espacio público.

Vista hacia el norte

Antonio Muñoz Torrado cogió sus bártulos fotográficos y ascendió por las escaleras de la torre de la iglesia de Santa María para realizar varias vistas aéreas de Guadalcanal. Allí tomó dos instantáneas del entramado urbano de la localidad en sus caras norte y oeste.
Mirando hacia el norte (en la “Vista parcial” tal y como está documentada en el archivo), se identifican los accesos al Puerto de Llerena, la Cava a la izquierda, la calle López de Ayala y el convento al fondo.       
Aquel 7 de septiembre de 1922 la vida en Guadalcanal aparenta ser muy tranquila, con algún vecino quemando algún mueble viejo en su patio y dejando una importante humareda a todos sus vecinos.
                                          
Dos elementos se podrían comentar sobre las huellas efectivas que deja el tiempo a su paso viendo estas dos imágenes: que el crecimiento urbano de Guadalcanal en esta parte solo se ha dado en la Cava y que existe mayor número de masa arbórea, sobre todo de olivos.

Vista hacia el oeste

El mismo escenario se presenta en la vista de “Poniente”. Mirando hacia el oeste, la estampa de 1922 calca en sus elementos a los vistos en la foto del norte. A los pies del fotógrafo se ve el camino al cementerio y la zona de la calle Jurado en el mismo clima de tranquilidad aparente de aquel día de septiembre con los últimos retazos del verano.
90 años después, con un equipo fotográfico mucho más ligero pero con un avance tecnológico inimaginable a principios del siglo XX, la misma vista desde la misma atalaya arroja una imagen muy parecida a la precursora. Nuevas casas han aparecido sobre algunas ya desaparecidas y otras han surgido en donde antes no había nada pero, en general, el crecimiento no ha supuesto un cambio radical de la escena.
Al igual que ocurría en la vista hacia el norte, los campos que rodean Guadalcanal han ganado en cantidad de árboles. En este caso, se observa claramente cómo los olivos y los frutales ocupan hoy día un importante espacio que antaño era yermo o estaba dedicado a la ganadería.
Y los cipreses del cementerio, obviamente, cuentan hoy con mayor presencia.

Agradecimientos

Este pequeño guiño a la inmortalidad de la producción humana y a la brevedad de nuestro paso por este mundo no podría haberse realizado sin la ayuda de un nutrido grupo de personas que facilitaron la consecución de este reportaje. A Ester, Fali, Eli, Ricardo, Mónica, José Ramón y Rafa les agradecemos que nos ayudaran y nos acompañaran en esta aventura.

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