martes, 4 de noviembre de 2014

GUADALCANAL Y EL GANADO MERINO (4 DE 6)

Cayetano Yanes Durán, profesor Universidad de Sevilla

Siguiendo el hilo de las ferias y movimientos del ganado merino y su producto esencial como fue la lana, y después del seguimiento de la evolución histórica del tema ganadero en relación con la Mesta y sus luchas con los ganaderos estantes y los cada vez mayores espacios destinados a la producción de cereales, resumiremos. A modo de conclusión, puede deducirse que a partir de la fecha citada de 1505, el transporte de lanas al puerto de Sevilla aumentaría el trasiego de mercancías desde la meseta a dicho puerto. Con relación a ello, es fácil también deducir que la importancia de la conocida ruta hacia el norte, denominado por Pascual Madoz en su diccionario, como el “camino de Sevilla a Madrid” (usado por los Reyes Católicos para su traslado desde Sevilla a Madrid para la boda de su hija y posteriormente por Isabel de Portugal para desplazarse a Sevilla para su boda con Carlos I en los Reales Alcázares de Sevilla), y que según dicho autor pasaba por Cazalla y Guadalcanal y posteriormente por Azuaga, hasta Talavera de la Reina en Toledo, dicho camino acrecentaría la presencia de los típicos arrieros de la época, dedicados al transporte de la lana, del mercurio y otras mercancías de retorno del puerto, procedentes de América, hacia la corte y de Castilla hacia Nueva España. Más adelante, conocido el territorio por Felipe IV, primer Borbón, a su paso de Madrid a Sevilla, y viceversa, pasó una larga temporada en Cazalla de la Sierra (desde el 13 de Junio al 20 de Agosto de 1.730) para la “cura de sus depresiones”, dedicándose a su gran afición de la caza por estos territorios, en los que, sin duda, era abundante (igualmente, pero de distinto modo para lo cual han construido un aeropuerto, lo hace su descendiente, el actual Borbón, Juan Carlos I). A los dos siglos pasados, puede decirse que dichos importantes caminos han perdido su trazado, y el interés por ellos, sobre todo y esencialmente, por parte de los lugareños. El más perdido e ignorado de todos ellos, es de Guadalcanal a Azuaga, es probable que por pasar cerca del citado aeropuerto.
En el transcurso del siglo XVI (pero desde luego ya más ampliamente en el siglo XVII), la comentada actividad pastoril, el transporte de la lana, el del mercurio y otras mercancías hacia las Indias, la existencia de las minas, la elaboración de vinos (Cervantes) y otras actividades no citadas, indiscutiblemente, harían de la comarca de Guadalcanal una zona donde se movían mercancías, tecnología de la época y consecuentemente riquezas. Era un pueblo donde confluían mineros[1] centroeuropeos, pastores[2],  mercaderes, técnicos transportistas, descubridores (emigrantes a América), recaudadores de impuestos, etc. En época de Felipe II, las minas de plata de Guadalcanal y las de mercurio de Almadén eran las más avanzadas tecnológicamente del mundo y es motivo en la actualidad de un trabajo de investigación por parte del Profesor Manuel Castillo Martos, Universidad de Sevilla, sobre su importancia al constituir el foco de concentración de alquimistas más importante de Europa, procedentes de países como Alemania, Países Bajos, Italia. No olvidemos que en el camino entre ambas minas, el foco de población más importante era Azuaga, importante nudo de comunicaciones.
Como resultado de la existencia en la zona de cierto esplendor económico debieron existir en la comarca y épocas citadas un índice indirecto de prosperidad y tal fue así como lo señala el número de conventos y clérigos. Dicho índice nos confirma, con evidencia, que tal prosperidad sí existió en la comarca, como hemos visto en múltiples escritos publicados en la revista de feria de Guadalcanal, donde se nos habla del número de conventos, iglesias y el control que en la comarca ejercía la Orden de Santiago, aunque quedan muchas lagunas por completar, sobre todo, el análisis del período de decadencia, que lo fue esencialmente durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX hasta la finalización de la desamortización. A partir de ahí, comienza una nueva historia para la comarca, con el resurgir de las explotaciones mineras, la llegada del ferrocarril, siendo el desarrollo minero procedente de la empresa asentada en la próxima comarca de Azuaga y Berlanga, con sede en el valle del Guadiato dedicada a la explotación de minerales de cinc, plomo y carbón, este último de gran importancia para el naciente período de la revolución industrial: era  La Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), propiedad de los Rothschild con la rama francesa como protagonistas. Este último episodio requiere un tratamiento particular.
Han sido varios los autores que han tratado de la ermita de la Virgen de Guaditoca, pero pocos han aludido a este lugar como escenario de una feria de ganado que duraba tres días. El autor que ha estudiado el evento comercial es Juan Agudo Torrico[3] . Profesor del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, en su artículo Santuarios de Frontera. El santuario está situado en la encrucijada de la compleja red de caminos arrieros y cabañas ganaderas que comunicaban lo que hoy es Extremadura con Andalucía Occidental. Sabemos que la Virgen de Guaditoca contó con Hermandades en Berlanga, Ahíllones y Valverde de Llerena, y posiblemente en Azuaga. Eran constantes las visitas a lo largo del año al santuario (ver la obra de Muñoz Torrado). Parece ser que en el mismo lugar existieron dos ermitas: la principal que contiene la imagen, construida en el siglo XVII, y otra más antigua, datada en el siglo XIV, mucho más modesta que la primera, cuyas ruinas se conservaban hasta hace poco. La importancia de la feria, como aclara J. Agudo, era tal, que incluso llegó a contar con tres calles de portales. El traslado de la feria al pueblo, en 1792, fue una de las causas de su decadencia. La relación entre las distintas poblaciones se pone de manifiesto, incluso hoy día, en la figura del Niño Bellotero, que se queda en Valverde de Llerena cuando la Virgen sale en el mes de abril hacia Guadalcanal, y hasta que regresa a su ermita, en el mes de septiembre. La Virgen solo era traída a Guadalcanal por motivos excepcionales, para invocar su ayuda ante situaciones de catástrofe, hasta que se produce el referido traslado de la feria al pueblo. Desde entonces acudirá cada año, haciéndola coincidir en un principio con el tiempo ferial del pasado.
Según dicho autor, en el Archivo Municipal encontramos testimonios de esta Feria tanto en los Libros de Actas Capitulares como en los Registros de Ganados de la feria de Guaditoca. En el Libro de Actas Capitulares de 1792, se ha encontrado un escrito que presentó el corregidor de la villa de Guadalcanal ante la Audiencia de Extremadura para solicitar el traslado de la Feria de Guaditoca a dicha villa. El corregidor informa que la feria se celebra desde tiempo inmemorial en los tres días de Pascua de Pentecostés, y que pudo tener su origen en la concurrencia tanto de la villa de Guadalcanal como las de su comarca a la celebración de alguna festividad religiosa. Dice el corregidor que la Feria de Guaditoca era la “más útil de Andalucía y de Extremadura” por la fecha tan propicia en la que se celebraba: época de recolección en la que los labradores necesitan caballerizas para sus trillas y trabajos de verano (léase transportes como pueden ser lanas y minerales), traslados de ganado merino. Los motivos que expone el corregidor para el traslado de la feria residen en “la gran afluencia de personas venidas de distintos lugares y en la imposibilidad de garantizar el orden público y la seguridad de los mercaderes, ganados y caudales que fluyen en esos parajes, tan distantes del pueblo”. El corregidor propone el traslado a la villa de Guadalcanal, donde habría mayores posibilidades de encontrar provisiones y hospedaje, además de favorecer a la gente del pueblo, que podría alquilar sus habitaciones a los forasteros, y permitir, además, “el arreglo de las casas en ruinas para albergue de los viajeros”.



[1] El método de la amalgama para el beneficio de la plata se lo atribuye también al valenciano Mosén Antonio Boteller, que en su memorial de 1562, dirigido al rey, se proclama «primer artífice e inventor de sacar plata de los metales por la industria y beneficio de el azogue, ansi en la Nueva España como en estos vuestros reinos». Si, como dice Paoli, Boteller ayudó a Medina en sus experimentos, y este fue el verdadero inventor del método, como asegura González en su estudio sobre las minas de Guadalcanal (aunque parece que en España ya se usaba), no cabe duda que el ansia de inmortalidad científica pudo más que -127- los frenos impuestos por su religión y su investidura sacerdotal, y hasta le hizo flaquear la memoria, ya que en la real cédula de 1557 se le comisionaba en estos claros términos: «Y pues dicen que el azogue es muy provechoso para beneficiar los metales y sacar dellos la plata a menos costo que con otros instrumentos que se usan, y que por esto se ha comenzado usar dello en la Nueva España, informaros heis bien de como en ella se hace, y haréis la prueba dello en las minas de Guadalcanal» (cit. Paoli, pág. 56).

[2] La actividad agropecuaria constituía el 70 % de la actividad económica según Manuel Maldonado Fernández, LA ENCOMIENDA SANTIAGUISTA DE GUADALCANAL. Revista Archivo Hispalense, 258.

[3] SANTUARIOS DE FRONTERA. J. Agudo Torrico. Demófilo:Revista de Cultura Tradicional. 1997 nª 21, pags 99-118.

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