martes, 28 de octubre de 2014

GUADALCANAL Y EL GANADO MERINO (2 de 6)

Cayetano Yanes Durán, profesor Universidad de Sevilla

Siendo el de mayor importancia para nosotros el territorio controlado por los santiaguistas, nos limitaremos a él. Previamente, como dato curioso, haremos un inciso e indicaremos que ya en la edad media se diferenció en gran manera el consumo de carnes, de forma que en el norte se consumía más carne de cordero y en el sur más de cerdo. Ello derivaba de que el consumo de carne de cerdo alejaba la sospecha de judaísmo por un lado y de islamismo por otro, con lo cual, se alejaban las sospechas que la Inquisición podría tener sobre la religión profesada por las familias, si eran moriscos, judíos o si eran conversos, o no, en ambos casos. Esta simple orientación en las costumbres de consumo culinario, de origen religioso, ha llegado hasta nuestros días. Nos podríamos preguntar ¿por qué se consume en la actualidad más carne de ovino en el norte que en el sur, cuando éste último estuvo más tiempo bajo la ideología islámica y una mayor cabaña ovina? En lo anterior tenemos la respuesta, que extenderemos a continuación.
Los análisis de varios autores (Sánchez Albornoz) concluyen que la diferenciación del consumo de carnes tuvo su origen en orientaciones religiosas, siempre influyentes en la historia de España, de alguna u otra forma y sobre todo en la reconquista y siglos posteriores, el tema de la pureza de sangre fue una cuestión ampliamente controlada por la Inquisición. En el sur de España, donde los problemas planteados por los levantamiento de los moriscos y las sospechas sobre la población tenían mayor relevancia. La Inquisición efectuaba en el sur un mayor control que en el resto de la península, consecuentemente, el consumo de carne se instituyó como un primer control sobre la sospecha de tendencias religiosas, por tanto, la costumbre durante siglos orientó a la población hacia un tipo de consumo cárnico, al cerdo, más que al ovino.
En estrecha relación con la fecha de la feria de Guaditoca relataremos una resumida cronología del movimiento del ganado ovino. Los distintos autores nos relatan que la subida (retorno) al norte de los rebaños que bajaron para pasar el invierno hacia los Extremos, se hacía a partir de abril y esencialmente durante el mes de mayo, primero los moruecos, seguido de las hembras de parir y por último los corderos. Como decimos, antes de la vuelta se concluía el esquileo, con cuadrillas de 120-130 esquiladores que pelaban al día un millar de cabezas, fomentando paralelamente en algunos pueblos el oficio del herrero artesano que preparaba las tijeras (entre otros utensilios), caso de Guadalcanal, donde probablemente, debido a ello, se les conocía como fuelladotes (que derivó con el tiempo en folladores), denominación que deriva de la tarea del movimiento manual del fuelle de las fraguas. La lana bien preciado y principal producto del ganado lanar se vendía en las ferias, transportándose hacia mercados más importantes como el de Segovia, Medina del Campo y posteriormente Burgos, donde existía una especie de aduana de lanas, donde se cobraban los impuestos reales, se controlaba la producción y almacenándose durante los veranos grandes cantidades de lanas que posteriormente saldrían hacia Inglaterra y Flandes vía los puertos de Santander, Bilbao y San Sebastián. Posteriormente, después del descubrimiento de América, sobre el año 1505 se estableció otra aduana en Sevilla, a imitación de la de Burgos, más concretamente en la casa de Contratación de Indias, para la venta de lanas al mercado de Nueva España, por lo que el transporte de estas mercancías, y otras, sufrió un cambio de orientación, donde entran en juego los caminos de la comarca a que nos referimos.
El mercado de lanas sufrió una gran desorganización, respecto a la exportación después de la controvertida expulsión de los judíos, al ser estos los encargados, o personas expertas, de los tramites propios de la exportación. En el reinado de Carlos I, con la conflictiva llegada de expertos genoveses y flamencos, volvió a establecerse la normalidad en la exportación, no sin antes plantearse conflictos de origen económico debido al cambio comercial y que concluyó con un levantamiento popular denominado de los comuneros.
Veamos la importancia de los mercados o ferias. La vida pastoril, como sabemos, tuvo importancia en la literatura de la baja edad media, tanto en novelas como en los romances, en mayor escala en estos últimos por ser más fáciles de recitar en los momentos de descanso. Debido a motivos del movimiento económico en torno a las merinas, la industria y comercio florecieron en lugares donde tenían relevancia las estancias ganaderas, o lugares en los que se concentraban las mayores cabañas trashumantes, o donde se realizaban las transacciones –en las ferias como hemos indicado-. En la zona de influencia santiaguista las ferias más renombradas eran las de Zafra y Guadalcanal, ambas bien comunicadas entre sí por la “cañada de las merinas” que hacia el oeste, a través de las actuales fincas de Santamarina, La Torrecilla, enlazaba “la Vega” con los términos de Fuente del Arco – aproximadamente en el Pencón, a dos kilómetros de la estación de Fuente del Arco se le cruza otra cañada, que se dirige al sur hacia “sayales” y al norte por las fincasValjuncoso y Malajuncia, es inundada por el pantano de Llerena, siguiendo hacia Campillo de Llerena y posteriormente a la Serena-, el ramal del sur sigue hacia Llerena, Villagarcía de la Torre, Usagre –en su término se cruza con la Real Leonesa que baja desde Palomas por Hinojosa del Valle- y Zafra; son caminos utilizados en la actualidad para llegar a los agostaderos extremeños, caminos todos bien rectos y llanos y hoy, por desgracia, bastante decaídos e ignorados. Los caminos y cañadas que desde Guaditoca se dirigen al norte (hacia Azuaga) son menos conocidos en la actualidad, debido a los impedimentos existentes hoy en las fincas (prácticamente “cerradas”) de los aledaños para transitar por ellos.
Respecto al último párrafo que habla de las actuales restricciones al paso por los caminos que atraviesan las fincas referidas, me viene al recuerdo la teoría que escuché en una charla del catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno, en la que exponía la teoría, no suya propia, pero establecida y reconocida, por la que se nos consideró al pueblo andaluz y extremeño (y en general al español) como constituyentes de una sociedad denominada por ciertos sectores europeos como El Primitivo Cercano[1] . Más adelante, en un capítulo posterior, me referiré a ella.
Otras conocidas cañadas de la zona de Guadalcanal, además de la citada “de las merinas” que desde Llerena a la vega de Guaditoca y posteriormente por la loma de “zamon” gira hacia el sur, hacia San Miguel de la Breña y más adelante baja por el nacimiento de la rivera Benalija hacia el “donadío” denominándose “cañada de las merinas”, y que comunica Guaditoca con la “senda de los sayales” (a la que nos referiremos a continuación). La conocida por la “senda de los sayales”, tal vez la más importante del término, transcurre de este a oeste por el sur del término de Guadalcanal. Se cruza con la “cañada real leonesa” en el término de Fuente de Cantos, aunque antes se le bifurca un ramal directo hacia dicho pueblo, uniéndose en el mismo casco urbano con la real leonesa, en la que se denomina calle Guadalcanal. Posteriormente dicha senda pasa junto al pueblo de Calzadilla de los Barros, cruzándose en términos de Medina de la Torres (en la finca denominadas “las Cañadas” a la que aludiremos más tarde), con otra que transcurre, paralela por el oeste a la “real leonesa” -desde Palomas, Hinojosa del Valle a Jerez de los Caballeros, cruzando la carretera nacional 432 en el denominado “cruce de Zafra”-, posteriormente, la “senda de los sayales” se dirige a Zafra, junto a los caminos vecinales de Bienvenida a Zafra y de Calzadilla a Zafra, siguiendo hacia Feria, Santa Marta, Badajoz y Portugal.
La “senda de los sayales” es de especial importancia porque da la impresión que comunica el Mediterráneo (desde Almería y Granada) con el Atlántico allá en Portugal, y se acerca desde Córdoba hasta la comarca de la que escribimos. Su nombre deriva de un tipo de vestimenta medieval elaborada con parte de lana de poca calidad, y denominado “sayal”, de ahí viene el nombre utilizado en el refrán “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. Comunicaba de este a oeste la parte sur de la zona santiaguista, más concretamente, en lo que conozco hasta ahora, la campiña cordobesa subiendo desde los puentes sobre el Guadalquivir en Montoro (Córdoba, por él hacia el norte se dirige el camino de Toledo y el puerto del Calatraveño), o el romano de Córdoba, dirigiéndose al noroeste por Peñaflor, Palma del Río, Puebla de los Infantes, Constantina, Cazalla, Guadalcanal, Fuente del Arco, Llerena, Montemolín, Fuente de Cantos (allí cruza con la “leonesa” que bajaba desde León hasta la comarca de Aracena, la leonesa se cruza con la “Ruta de la Plata” –autovía y carretera nacional- junto a dicho pueblo), Calzadilla de los barros (donde se cruza sayales con la “Ruta de la Plata”), Medina de las Torres, Puebla de Sancho Pérez, Zafra siguiendo hasta Portugal. Dicha comunicación es paralela por el sur con la calzada romana que comunicaba Mérida con Cartagena (Cartago), puerto del Mediterráneo.



[1] Ver capítulo sobre el Primitivo Cercano

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