domingo, 20 de octubre de 2013

APUNTES HISTORICO – ARTISTICOS SOBRE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADITOCA (1 de 3)

     

Ermita antigua de la Virgen de Guaditoca, hoy destruida 


 Por Salvador Hernández González – Revista Guadalcanal 2013

La pertenencia de Guadalcanal desde la Edad Media y hasta comienzos del siglo XIX a la jurisdicción civil y eclesiástica de la denominada Provincia de León de la Orden de Santiago, que abarcaba gran parte de la actual Extremadura, ha determinado su histórica adscripción a la región extremeña hasta que los cambios administrativos de la Edad Contemporánea la incorporaron a Andalucía. Esta peculiaridad jurisdiccional otorga a esta población antaño extremeña y hoy andaluza un sello diferencial con respecto a las poblaciones vecinas de la comarca, que se advierte en su devenir histórico y en su patrimonio artístico. De ahí que la vida del santuario de Nuestra Señora de Guaditoca haya tenido un desarrollo diferente al de las demás ermitas de la comarca, obviamente como decimos por la dependencia de los templos de Guadalcanal de la autoridad religiosa santiaguista que tenía su cabeza visible en el Provisorato de la cercana ciudad de Llerena.

La trayectoria histórica del santuario de la Patrona de Guadalcanal es bien conocida en sus líneas generales gracias a la clásica monografía que al mismo le dedicó el presbítero Antonio Muñoz Torrado[1], beneficiado de la Catedral de Sevilla y estudioso de la historia eclesiástica hispalense. Esta historia de la Virgen de Guaditoca sirvió de base para la obra del mismo tema del estudioso local Pedro Porras Ibáñez[2], donde se da entrada a la leyenda y la evocación literaria sobre la base de las noticias documentales suministradas por Muñoz Torrado. Así pues plantearemos aquí una apretada síntesis de los datos que ambas obras nos brindan.
Como en otros casos similares, el origen de la devoción se vincula a la aparición de la imagen de la Virgen en el paraje denominado de la Vega del Encinal, cercano a un arroyo. La advocación escogida, Guaditoca, es topónimo con raíces islámicas, cuyo significado ha recibido diversas explicaciones, pero parece vincularse en opinión de Muñoz Torrado a la raíz “vadi” – río en árabe – y “tdaika”, que significa angostura, estrechez, aludiendo tal vez a las características morfológicas del lugar donde la leyenda ubica la milagrosa aparición. Incierta también es la cronología de la leyenda, como sucede en este tipo de relatos, aunque el estilo gótico de la primitiva imagen destruida en 1936 y el hecho de que en el lugar del Santuario se dividían los términos entre Guadalcanal y Azuaga hasta el nuevo deslinde ordenado por el Infante Enrique de Aragón en 1428, invitan a pensar en unos orígenes bajomedievales de la primitiva ermita, cerca de la cual se levantaría en época barroca el templo actual.

La devoción se fue incrementando y extendiéndose por poblaciones vecinas como Azuaga, Berlanga, Valverde de Llerena y Ahillones, donde hubo cofradías que peregrinaban a la ermita de Guaditoca, muy visitada por otra parte dada su situación en el antiguo camino arriero que comunicaba Andalucía con Extremadura. En este sentido es curioso señalar que el Niño de la Virgen de Guaditoca, denominado popularmente “el Bellotero” goza todavía de gran devoción en la vecina Valverde de Llerena, donde se considera como su Patrono y a la que se traslada su imagen para permanecer allí cierto periodo del año. 

La curva ascendente de la devoción se hallaba plenamente consolidada en el siglo XVII, momento en el que entra en escena un importante personaje, Don Alonso Carranco de Ortega, nacido en Guadalcanal en 1586 y casado con Doña Beatriz de la Rica. Este bienhechor,  acaudalado y propietario de tierras en el pago de los Berriales, lindantes con la vieja ermita, asumió la iniciativa de contribuir a la edificación de un nuevo templo, cuya fecha de inicio se desconoce pero en el que se trabajaba con seguridad en 1638, concluyéndose la construcción en 1647, según consta en una lápida situada en la fachada de la iglesia[3]. En opinión de Muñoz Torrado, el mecenazgo de Carranco de Ortega se limitó a la nave de la iglesia y el presbiterio, siendo el camarín  y la decoración pictórica mural costeadas por la hermandad de Nuestra Señora de Guaditoca y la piedad de los devotos, aunque en la documentación el mentor del nuevo templo lo considera como completa obra suya, como lo expresa en su testamento al afirmar que “por mi devoción he hecho una iglesia a la Virgen Santísima de Guaditoca”.




[1]MUÑOZ TORRADO, Antonio: El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de Guadalcanal: notas históricas. Sevilla, 1918. (Reedición, Ayuntamiento de Guadalcanal, 2003).

[2]PORRAS IBAÑEZ, Pedro: Mi Señora de Guaditoca. Guadalcanal, 1970.

[3]El texto, recogido por Muñoz Torrado, dice así: “A HONRA Y GLORIA DE DIOS Y DE SU SANTISIMA MADRE HIZO ESTA OBRA DE ESTA SANTA CASA D. ALONSO CARRANCO DE ORTEGA Y DOÑA BEATRIZ DE LA RICA SU MUGER Y DE SU HAZIENDA. ACABOSE AÑO 1647”.

No hay comentarios: