sábado, 23 de marzo de 2013

El patrimonio monumental de Guadalcanal - 1


a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica
                                 Salvador Hernández González 
                                  Revista Guadalcanal año 2004


 1.     Visiones globales del patrimonio artístico de Guadalcanal: de los diccionarios geográficos a los catálogos monumentales y guías artísticas.

Como testimonio de su pasado, Guadalcanal conserva un interesante patrimonio monumental integrado como es sabido por una serie de construcciones tanto religiosas como civiles que guardan en su interior piezas artísticas de diferente valor, pero que son elocuente muestra de la religiosidad popular y formas de vida de otras épocas. En torno a las fundaciones eclesiásticas y piadosas establecidas en la localidad, como las parroquias de Nuestra Señora de la Asunción, San Sebastián y Santa Ana, los conventos de San Francisco, la Concepción, Espíritu Santo y Santa Clara, los antiguos hospitales, el santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, las ermitas y cofradías, etc. se desenvolvió la actividad de diversos artistas (arquitectos, escultores, pintores, orfebres, etc.) que se dieron cita para el ornato de estos recintos sagrados.
Patrimonio que viene marcado a lo largo de su historia por la peculiar circunstancia de constituir una interesante encrucijada artística, punto de encuentro entre el arte andaluz y el extremeño, en virtud de la pertenencia de Guadalcanal a Extremadura hasta que los cambios administrativos del siglo XIX determinaron la adscripción de nuestra localidad a Andalucía. Como sabemos, la dependencia jurisdiccional de la localidad con respecto a la Orden de Santiago – presente en buena parte del territorio extremeño – y su inclusión dentro del marco administrativo de la denominada Provincia de León de dicha orden militar marcaron el desarrollo de su vida tanto civil como eclesiástica. De ahí que Guadalcanal haya formado parte hasta el siglo XIX del territorio de la Baja Extremadura, destacando las relaciones de dependencia jurisdiccional que mantenía con respecto a Llerena, capital religiosa y sede del Priorato de San Marcos de León, del que como ya hemos apuntado dependían jurisdiccionalmente los templos y clerecía de la localidad. Y si a ello unimos la condición de Llerena como importante centro artístico, donde laboran numerosos artífices que abastecen la demanda de piezas destinadas tanto a sus propios templos como a los de otras localidades de la zona, es lógico que Guadalcanal fuese también destinataria de la producción de los obradores llerenenses, que acabarían dejando su impronta estilística en nuestro legado monumental. Sin embargo, este componente extremeño de nuestro patrimonio queda matizado por las influencias andaluzas que suben desde Sevilla, verdadero emporio artístico cuyo peso irradia a las regiones limítrofes, determinando que los encargos de obras de cierta envergadura se encomendasen a los prestigiosos talleres hispalenses.
Esta maraña de relaciones explica que ante la contemplación de los edificios religiosos de Guadalcanal puedan advertirse rasgos formales propios de la arquitectura bajoextremeña, como pueden ser los modelos de portadas, el diseño de torres y espadañas, la tipología de las cubiertas, etc., elementos obviamente compartidos por otros templos de las localidades pacenses vecinas y matizados en nuestro caso por el sello andaluz presente en la imaginería de origen sevillano venerada por nuestra cofradías, obra como se sabe en su mayor parte de destacados imagineros del siglo XX. Pero esta presencia del arte sevillano ya se había dejado sentir, como veremos, de antiguo, pues ya desde el siglo XVI la documentación de los archivos hispalenses revela los encargos hechos en la ciudad del Guadalquivir de retablos, esculturas y pinturas con destino a los templos de Guadalcanal, que venían a rivalizar con las ejecutadas en los talleres llerenenses. Por desgracia, los reveses de nuestra historia contemporánea, en especial los desgraciados sucesos de la Guerra Civil, acabaron reduciendo drásticamente esta herencia artística, que sólo podemos evocar a través de las noticias documentales, algunos testimonios fotográficos y las pocas piezas salvadas de la hecatombe, como el retablo mayor de la iglesia del convento del Espíritu Santo y algunas pocas esculturas, como la del Señor de la Humildad y Paciencia.

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