viernes, 30 de noviembre de 2012

ÁLVARO DE CASTILLA, LAS CONCEPCIONISTAS DE GUADALCANAL - 2


                                                  Manuel Maldonado Fernández
                                                  Revista Guadalcanal año 2012

Por esta última circunstancia, a lo largo del XVII una buena parte del dinero que circulaba a crédito procedía de indianos enriquecidos, dinero puesto en el mercado del empréstito público por parte de los patronos y capellanes de las fundaciones piadosas instituidas, que por regla general se trataba del pariente local (seglar o clérigo, respectivamente) más próximo al fundador, sucediéndoles sus herederos[1]. Durante el XVI, el dinero solía colocarse en juros (deuda pública), pero, tras las periódicas bancarrotas que acompañaron al reinado de Felipe II, los patronos y capellanes prefirieron situarlo sobre las rentas, dehesas y otros bienes de propio concejiles. Así, centrándonos en el concejo santiaguistas de Guadalcanal y los de su entorno, hemos podido concretar una relación directa de acreedor-deudor entre el convento del Espíritu Santo de Guadalcanal y las rentas, dehesas y propios de este mismo concejo; entre el convento de Santa Clara de dicha villa y las rentas y propios del concejo de Azuaga; o, como en el caso que nos ocupa, entre el convento de la Concepción de Guadalcanal y las rentas, dehesas y propios del concejo de Llerena[2].
Pues bien, en esta ocasión nos centramos en Álvaro de Castilla, el convento de las concepcionistas fundado por este último en su villa natal y el estrecho vínculo crediticio que dicha institución mantuvo con los propios y rentas de Llerena, fincas y rentas que prácticamente estuvieron hipotecadas por el citado convento desde principios del XVII hasta finales del XVIII.




[1] Con el paso del tiempo, determinar a quién le correspondía el patronazgo o la capellanía resultaba una tarea complicada, dando paso a numerosos pleitos por la titularidad de dichos oficios, que de ello quedan numerosos testimonios en el archivo general del arzobispado de Sevilla.
[2] Como es conocido, los tres conventos femeninos de Guadalcanal fueron fundados por sendos indianos locales. Así, el convento de San José de la Penitencia de la Regla de Santa Clara fue fundado sobre 1612, con el dinero que mandó el indiano Jerónimo González de Alanís, quedando dicho instituto religioso sometido en primera instancia al Ministro General de la orden de la provincia franciscana de los Ángeles y al Ministro General de todos los Franciscanos existentes en los Reinos de España. El siguiente en fundarse fue el de la Concepción, en 1621, con el dinero que mandó Álvaro de Castilla, constituyéndose su primera comunidad con religiosas procedentes del convento concepcionista de Mérida, en este caso sujeta a la jurisdicción ordinaria del priorato de San Marcos de León. El último en aparecer fue el del Espíritu Santo, en 1627, con religiosas procedentes del citado convento local de San José de la Penitencia y por encargo de Alonso González de la Pava, otro indiano guadalcanalense. Más datos en AGAS, Sec. Justicia, Serie Ordinarios, leg. 195. También en MIRÓN, A. (Guía de Guadalca­nal. Constan­ti­na, 1989) y GORDÓN BERNABÉ, A. ("El convento del Espíritu Santo", en Revista de Feria y Fiestas, Guadalcanal, 2000).

martes, 27 de noviembre de 2012

ÁLVARO DE CASTILLA, LAS CONCEPCIONISTAS DE GUADALCANAL


Manuel Maldonado Fernández  
Revista Guadalcanal año 2012

I.- INTRODUCCIÓN
Indianos, conventos y concejos representan tres eslabones que encadenados adecuadamente nos ayudan a comprender parte del funcionamiento de la sociedad durante el Antiguo Régimen, la mentalidad religiosa que lo presidía, la implantación y el desarrollo de la oligarquía concejil, así como la circulación del crédito privado. En el caso que nos ocupa nos centramos en un indiano guadalcanalense, Álvaro de Castilla, un convento de esta misma localidad, el de las Concepcionistas, y un concejo, el de Llerena en concreto, personaje e instituciones íntimamente ligados por cuestiones financieras desde principios del XVII hasta finales del XVIII.
Como es conocido, la emigración a India tuvo una extraordinaria repercusión en la Península, más allá del consecuente descenso de población. También es sabido que los indianos mandaron a nuestra Península parte de los ahorros generados en beneficio de sus familiares, algunos de los cuales lo utilizaron para ennoblecerse mediante la compra de oficios concejiles (regidurías, escribanías, alguacilazgos, alferezazgos…), dando paso a lo que ciertos autores llaman oligarquía[1] concejil de origen indiano. Es el caso, por ejemplo, de Guadalcanal, cuyo concejo quedó gobernado durante el XVII y XVIII por un cuerpo de regidores perpetuos, siendo la mayoría de sus capitulares descendientes de indianos locales. Así, apellidos como Ortega, Valencia, Carranco, Castilla, Morales,  Bonilla, Jiménez, Freire, Yanes, Ayala, Sotomayor, etc., son frecuentes en la nómina de regidores perpetuos de la villa a lo largo del Antiguo Régimen[2], gobernando el concejo y su hacienda según sus particulares intereses y en detrimento de los del resto del vecindario.
Pues bien, al margen de esta ayuda familiar, una buena parte del dinero generado por los emigrantes a Indias fue destinado para la fundación de capellanías, obras pías y conventos, a tono con la mentalidad religiosa de la época. Con dichas fundaciones, además de instituir ciertas obras de caridad (construcción y mantenimiento de hospitales, construcción de pósitos y su provisión de trigo, redención de cautivos, becas de estudio, dote para huérfanas pobres…) el fundador obligaba a la institución a perpetuar su memoria con misas y otros actos litúrgicos programados y propuestos en redención de su alma y la de sus antecesores y sucesores. Por ello, aparte de mandar el dinero preciso para el levantamiento de hospitales, capillas o conventos, añadían otra importante cantidad para mantener con dignidad a la institución fundada, incluyendo cláusulas en el documento de fundación para que dicho dinero se prestarse mediante censo a personas e instituciones solventes, con cuyos réditos se perpetuara dicha fundación, cumpliendo así sus fines.



[1] Se entiende por oligarquía a la forma de gobierno en la que el poder queda restringido a un reducido grupo de personas.
[2] En la respuesta 28 al Catastro de Ensenada (1753) nos dan puntual relación de estos oligarcas locales, quienes, aparte sus tierras y ganados, aparecen involucrados en las actividades económicas más rentables, según se aprecia en otras respuestas al referido Ca­tas­tro. Se trataba de Nicolás de Ortega y Toledo, como alférez mayor perpetuo, y de 13 regidores perpetuos más: don Francisco de Castilla y Miranda, don Andrés Ortega Ponce de León, don Ignacio de Ortega Ibarte, don Cristóbal González Zancada, don Cristóbal Jiménez Caballero, don Diego Jiménez Caballero, don Francisco de Cavanilla y Monsalve, don Agustín Javier de Morales, don Diego Maeda de Otayo, don Pedro de Heredia, don Francisco Benero y Don Alonso López. Aparte los referidos, existían otros regidurías perpetuas cuyos dueños no lo ejercían. Son los casos de don Juan Jiménez Canalo (presbítero), don Diego de Cavanilla (clérigo de menores), don Cristóbal de Arana Sotoma­yor, don Francisco de Fuentes Freire, don Alonso Yañez de la Calva (presbítero), don Diego Gálvez Rubio, don Melchor de Ayala y Sotomayor (veedor y obrero mayor de los edificios propios de las encomiendas de la provincia de León de la Orden de Santiago), don Luis Hidalgo (clérigo de menores) y don Melchor de Cabrera (presbíte­ro). En 1791, según la segunda respuesta al Interro­gatorio, sólo los dueños de cuatro de estas regidurías perpetuas utilizaban sus oficios.

jueves, 22 de noviembre de 2012

MACABRO CRIMEN EN GUADALCANAL HACE 101 AÑOS


                                                                                                                                          
 Por José Mª Álvarez Blanco

Si bien recordaba de niño haber oído en el pueblo el dicho: "anda que eres más malo que Rabazo”, no fue hasta hace cinco años cuando me enteré quien fue el tal Rabazo y tuve información bastante detallada del ominoso crimen que cometió el 1 de julio de 1921. El ciudadano en cuestión tuvo como nombre civil Antonio Martínez Hernández, y tras ser condenado a muerte, fue ejecutado por garrote vil en Sevilla el 7 de febrero de 1924.  

Como de esta página de la crónica negra de Guadalcanal no había una narración reciente animé a mi buen amigo, el guadalcanalense consorte Eleuterio Díaz López, a que hiciera una investigación en las hemerotecas españolas y documentara tanto el crimen como los avatares, que concluyeron con la ejecución del reo. Fue tanta y tan exhaustiva la documentción recuperada que le sugerí que plasmara el resultado en un artículo para la Revista de Feria de aquel año 2007. Mi sugerencia fue atendida, rebasando tanto en longitud como en calidad todas las expectativas, como puede comprobar el lector en las páginas 49 a 67 de dicha Revista donde se encuentra el trabajo titulado: "Una página negra de la historia de Guadalcanal. El triple asesinato de Antonio Martínez Hernández, (a) El Rabazo". El crimen y la ejecución tuvo mucha repercusión mediática, incluidas peticiones de indulto al Rey Alfonso XIII y al Papa Pío XI como puede verse en el artículo ampliamente ilustrado con fotografías.  

Sin embargo, a juzgar por las noticias que adjunto publicadas en un importante periódico de Madrid, que estuvo en contacto con sus lectores entre 1859 y 1925, los guadalcanalenses debían de estar ya curados de espanto, pues unos años antes - no podemos precisar la fecha exacta - había ocurrido el macabro suceso  en el que un gualdalcanalense, en compañia de varios amigos entre ellos el sepulturero de la villa mató a su hermano, para robarle 40 duros; y que según la información aportada no fue descubierto hasta finales de Octubre de 1911, con el macabro hallazgo del dedo.

Como observará el atento lector entre las dos noticias reproducidas en el mismo diario, separadas por nueve días, hay ciertas diferencias que dejan poco claro algunos aspectos. De la primera parece deducirse que los autores del crimen fueron tres: Manuel Romero, hermano del asesinado de nombre Francisco, el quincallero conocido como Paco el de la Inglesa, y el sepulturero que en la primera información es llamado Julián Pérez Camacho.  

En la segunda información se menciona al autor principal llamándole individuo, y ya no son tres los autores del crimen, sino el detenido en Cañada de Rosal, el tal M. Romero, el enterrador y su mujer (cómplice) y un número indeterminado - "varios amigos" - y varía el nombre del sepulturero que pasa a ser llamado  simplemente Julián Sáez en lugar de Julián Pérez Camacho.

El lector que haya quedado intrigado con la mención del tío Martín, Zugasti y el huerto de Casariche, puede ilustrarse en la siguiente página web:

Dejo a otros curiosos cronistas de la villa, editores de otros blogs, la clarificadora tarea de resolver los aspectos confusos de este desagradable episodio que debió tener muy ocupados y espantados a nuestros paisanos hace ahora exactamente 101 años, cuando faltaban solo diez para sumirse de nuevo en el asombro y la estupefacción con el caso Rabazo.

Lo que parece quedar claro es que la primera mitad del siglo XX fue bastante violenta en nuestro pueblo si se tiene en cuenta los dos sucesos mencionados y lo cruenta que fueron la guerra y posguerra fraticida. 

martes, 20 de noviembre de 2012

CONCIERTO DE SANTA CECILIA



La Banda de Música Ntra. Sra. de Guaditoca, ofrecerá el próximo día 24 de noviembre, a las 9 de la noche, en el Cine Teatro Municipal de Guadalcanal el tradicional Concierto de Santa Cecilia, Patrona de los Músicos.

Este año 2012 la Banda de Música realizará un reconocimiento musical a los “grandes de la música”. Por el escenario del Cine Teatro de Guadalcanal se pasearan desde Elvis Presley, Frank Sinatra, pasando por Abba, Queen y no podía faltar Michael Jackson, entre otros.

La interpretación de la Banda de Música estará acompañada por un espectáculo de luz, ambientación, al igual que por el acompañamiento de un Guitarra y Bajo eléctrico.

A lo largo del desarrollo del concierto acompañarán a los anteriores descritos un Grupo de Baile y la participación final de un grupo de niños en la obra Tribute to Michael Jackson.

Las obras que interpretará la Banda de Música serán:

Tribute to Elvis, 1960
Frank Sinatra Hits Medley, 1940
Pops in the spot, 1960
Abba Gold, 1970
The Beatles Collection, 1970
Disco Lives, 1977
Queen in concert, 1980
The Blues Brohthers Revue, 1980
Deep Purple Medley, 1980
Tribute to Michael Jackson, 1990

Las entradas se encuentran a la venta en los lugares de costumbre, a partir del día 19 de noviembre:

- Los Enanitos.
- El Rinconcito.
- El Capricho.
- Ferretería El Coso.

Cualquier persona que quiera asistir al concierto y no puedan desplazarse a adquirir las entradas las pueden reservar en el número de teléfono 66 88 20 21 3, o adquirirlas en la taquilla del Cine Teatro el día de la actuación.

viernes, 16 de noviembre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL (II) - y 4


Por José Mª Álvarez Blanco

Para la fundación de este Convento los primeros padres agustinos llegaron a Lima en junio de 1551. Fueron doce sacerdotes procedentes del convento de Salamanca que fueron a realizar una labor de evangelización con los indígenas del virreinato del Perú. En ese momento no contaron con un lugar propio, por lo que se hospedaron en los edificios cedidos por los esposos González de la Torre, que se encuentran entre la actual avenida Emancipación y el Jirón[1] Rufino Torrico. Poco después compraron un solar adyacente y construyeron su casa conventual (1554), en lo que hoy es la Parroquia limeña de San Marcelo.
En 1561 encargaron al alarife Esteban de Amaya la construcción de la iglesia y convento en los terrenos que poseen en la actualidad. Se dice que las obras se efectuaron secretamente, debido a la oposición de los padres mercedarios y dominicos, quienes argumentaban que la cercanía de otros conventos era poco conveniente para su labor pastoral. Primero levantaron los techos de alfarjes y artesonados, luego el coro y después la imagen en bulto de Nuestra Señora de la Gracias, convertida en titular del convento. La mudanza, realizada el 8 de julio de 1573, se hizo también de manera silenciosa, en medio de la noche.
Al año siguiente, colocaron la primera piedra de la iglesia, que en sus inicios fue pequeña y rústica. Poco a poco fue creciendo, enfrentando los primeros terremotos, como el de 1609, que afectó lo edificado y obligó a construir una nueva iglesia y convento, que hacia 1687 ya contaba con importantes obras, como una hermosa virgen de tamaño natural rodeada de ángeles hecha para el refectorio de lienzo de la Concepción por el pintor Angelino Medoro, el retablo de santo Tomás de Villanueva, la sillería del coro alto hecha por el escultor Juan García Salguero, la bóveda de Santa Lucía, pintada y dorada por el pintor Antonio Dovela, la torre esquinera realizada por el arquitecto Joseph de La Sida Solís, la nueva sacristía y ante-sacristía, con sus cajonerías labradas y decoradas, así como la colección de cuadros del pintor cusqueño Basilio Pacheco. Fueron muchas las veces en que el conjunto religioso debió reconstruirse. Otro terremoto funesto ocurrió en 1687 lo que ocasionó su transformación, de modo que de una planta gótica-isabelina de una sola nave, con capillas laterales cerradas, pasó a convertirse en una planta renacentista de tres naves comunicadas entre sí y con un amplio crucero.
Sin embargo, aún le aguardaba un daño mucho mayor: el fuego cruzado de dos bandos en pos del gobierno del país, que arrasó con buena parte de la iglesia y convento.
Fuente:http://www.wikilima.com/mediawiki/index.php?title=CONVENTO_E_IGLESIA_DE_SAN_AGUSTIN



[1] Jirón. DRAE 6ª acepción. m. Perú. Vía urbana compuesta de varias calles o tramos entre esquina 

martes, 13 de noviembre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL (II) - 3


Por José Mª Álvarez Blanco

Hubo otro caballero llamado también Hernán González uno de los primeros conquistadores a quien Pizarro nombró tesorero del Rey en el primer decreto que expidió en Coaque el 14 de abril de 1531, antes el escribano Juan Alonso. Era tío de Hernán González de la Torre, encomendero de los repartimientos de Piscas y de Pachamac, y uno de los regidores del cabildo de Lima.

El capitán D. Hernán González de la Torre, que también fue encomendero, tuvo de su matrimonio con Dª Juana Cepeda y Villarroel, a Dª María, que casó con D. Francisco Manrique de Lara en 1572; y a Dª Mencía mujer de D. Pedro Santillán con quien fundó un mayorazgo.

Sus hijas Dª Juana y Dª Leonor de Santillán casaron con D. Álvaro y D. García de Mendoza padre e hijo. Del primero lo fue Dª Mencía mujer de D. Bartolomé de la Reynaga hermano del Dr. Juan, de la Orden de Santiago oidor de Panamá, nacidos en Lima. Otro de los mismos D. Álvaro y Dª Juana se educó en España y fue Menino de la reina.

Fuente:"Diccionario histórico biográfico del Perú"
de Manuel de Mendiburu, páginas 119-120,
2ª edición, Tomo VI, Lima. Librería
e Imprenta Gil, S,A. 1933.

Gracias a Internet podemos visualizar el estado actual del claustro principal del convento de San Agustín en Lima. Es el siguiente:


Este claustro fue construido originalmente en el siglo XVI, pero el de la fotografía data de fines del siglo XVII, debido a las destrucciones ocasionadas por los terremotos de 1678 y 1687. Es un claustro típico de la escuela limeña, caracterizada por la alternancia de arcos mayores y menores en los cuerpos superiores de las arquerías.



viernes, 9 de noviembre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL (II) - 2

Por José Mª Álvarez Blanco

HERNÁN GONZÁLEZ DE LA TORRE. De este indiano, que hizo una gran fortuna en el Perú, me voy a limitar a transcribir la biografía más completa de las encontradas. Dice así:

Natural de Guadalcanal en Sevilla. Militó desde 1535, ayudó a D. Francisco Pizarro en el sangriento sitio que Titu Yupanqui puso a la ciudad de Lima cuando el levantamiento general de aquel año; y fue uno de los que marcharon a socorrer la ciudad de Cuzco.

En las disensiones con D. Diego de Almagro, mereció le hiciese confianzas dicho gobernador, en cuya casa se hallaba el día en que le dieron muerte los amotinados que capitaneó Juan de Rada. Pasó González a Trujillo a recibir al Gobernador licenciado Vaca de Castro, y estuvo en él en la batalla de Chapas que ganó a Diego de Almagro el hijo. Después sirvió al rey en el ejército que comandó el gobernador D. Pedro de la Gasca, concurriendo a la batalla de Sacsahuana; por último en 1554 asistió a la campaña contra la rebelión que acaudilló D. Francisco Hernández Girón. González se hizo célebre más que por sus servicios por haber consumido gran parte de su mucha riqueza en proteger al Convento de San Agustín en Lima y engrandecer su templo. Contrajo matrimonio en sus ciudad con Dª Juana Cepeda y Villarroel, persona muy principal que vino de España con sus tío el comisario de la orden Seráfica Fr. Francisco Vitoria. En el mismo buque es que hizo el viaje, trató al padre Agustín de la Santísima Trinidad que era precursor de los agustinos, y quien le ofreció que le apoyaría y auxiliaría en su comisión de procurar establecer en Lima Iglesia y casa para los de su orden.

D. Hernán González tomó decidido interés es que su esposa llenará su compromiso y prometió ir más adelante como luego diremos. Dª Juana dio una casa inmediata a la suya para que se colocase la imagen de Nuestra Señora de Gracia y viviese Fr. Agustín. Luego que llegó Fr. Andrés de Salazar con otros once religiosos en mayo de 1551, los alojó Hernán González y les acudió con cuanto necesitaron. El y Dª Juana fundaron dos capellanías, una para el culto de la virgen, y otra para pedir la conversión de los indios. Proporcionaron dinero en abundancia, materiales, preseas, y adornos valiosos para que se edificase la iglesia y el convento, e impusieron capitales con cuyo producto lo rentaron, siendo su casa por largos años la enfermería y la despensa de la comunidad. Dª Juana costeó en aquel templo al lado del evangelio la capilla de Nuestra Señora de Gracia, obsequiándola con muchas alhajas.

Cuando los agustinos dejando la iglesia y convento que tenían en el lugar que hoy es parroquia de San Marcelo, fabricaron el templo y claustros que hoy existen, Hernán González y Dª Juana construyeron una capilla con el mismo destino, y crearon nuevas rentas para sostener el culto de la Virgen.

Desde 1558 habían donado al convento por escritura de 14 de septiembre, seis casas y dos mil pesos en dinero por el patronato de la primitiva capilla de Nuestra Señora de Gracia, que ejercieron ellos y sus sucesores. Era el lugar en que se enterraban a los de la familia exclusivamente; y conforme a esto, colocaban allí sus escudos de armas y podían formar bóvedas, bultos esculpidos, doseles, estrados, rejas etc. Dª Juana Cepeda al morir tuvo presente al convento de San Agustín para legarles algunos beneficios en sus últimas disposiciones.

martes, 6 de noviembre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL (II) - 1


                                     Por José Mª Álvarez Blanco

Tras la reseña, en la entrega anterior, de los escasos datos biográficos de los dos clérigos homónimos que vivieron en la América hispana, y siguiendo cierto orden cronológico cabe señalar, aunque sea someramente, la importancia de los guadalcanalenses que emigraron a América en el siglo XVI, tanto por su número como por la relevancia que algunos llegaron a tener. El motivo de la brevedad es que el tema ha sido tratado exhaustivamente por historiadores profesionales, a cuyos trabajos me remito. De este gran acervo documental me limitaré a citar, y recomendar su lectura al lector interesado, tres trabajos fundamentales.

El elevado número de gente de Guadalcanal que, bien entrado el siglo XVI, emigró a las entonces llamada Indias, en relación con otros pueblos no solo de similar población, sino incluso más numerosa, es uno de los aspectos que más ha llamado la atención. A este respecto, ya en 1963, el investigador americano Peter Boyd-Bowman escribía:

"Se ve que el pequeño puerto de Palos (Huelva) ha perdido su importancia primitiva [se refiere al número de naturales que emigraron en el periodo 1520-1539] y que en cambio han cobrado importancia Guadalcanal, Trujillo y Medellín. La elevada contribución de Medellín y Trujillo, patria respectivamente de Pedro de Alvarado y los Pizarro, no requiere explicación, pero el caso de Guadalcanal es más curioso. Este pequeño pueblo de Sierra Morena era en siglos pasados famoso por sus minas de plata, pero puede ser que ya en el siglo XVI comenzaban éstas a declinar, porque Madoz en 1846 las describe como abandonadas desde tiempo atrás (Diccionario geográfico de España, s, n, Guadalcanal). El incipiente decaimiento de la industrial principal del pueblo explicaría muy bien el notable éxodo ocurrido en 1535 y 1536, cuando una buena parte de las familias de Guadalcanal emigraron a México, donde acababan de descubrirse las ricas minas de Taxco (1534). ¿Quién inspiró dicha emigración? Creemos aunque no hay certeza, que fue Francisco Muñoz Rico, el cual acompañado de García Núñez y ocho más del mismo pueblo, pasó a México en 1527 y figura en 1535 como minero en Taxco, mientras su compañero García Núñez lo era en las minas de Zumpango. De regreso a España, Francisco Muñoz vuelve a México en 1536, habiendo tal vez con su ejemplo estimulado la emigración de muchos paisanos".

Peter Boyd-Bowman. “La emigración
peninsular a América 1520-1539”.
“Historia mexicana” Vol. XIII,
Oct-Dic. 1963, pagina 169.  

Pero no fue hasta 18 y 20 años más tarde, cuando el investigador americanista sevillano Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, publicó sus dos trabajos fundamentales sobre los emigrantes a Indias/indianos de Guadalcanal, titulados: "Emigración a Indias y fundación de capellanías en Guadalcanal. Siglos XVI-XVII” y “Rasgos socioeconómicos de los emigrantes a Indias. Indianos de Guadalcanal y sus legados a la Metrópoli, siglo XVII" (I y III Jornadas de Andalucía y América, 1981 y 1983), respectivamente. Estos valiosos documentos para la historia de Guadalcanal los puede encontrar el lector no sólo en las bibliotecas, sino en este blog Benalixa, donde han sido recogidos hace unos meses.

Como tercer trabajo importante es digno de resaltar el publicado en 1988 en el contexto del V Centenario - Exposición Universal de Sevilla de cuatro años más tarde, la por algunos tan denostada Expo, en el que apareció la obra "Cartas privadas de emigrantes a Indiasde Enrique Otte (1923-2006), con la colaboración de Guadalupe Albi y prólogo del gran palentino hispalinizado Ramón Carande y Thovar (V Centenario. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. Escuela de Estudios Hispanoamericanos). Recomiendo al lector interesado el magnífico Estudio Preliminar del propio Otte, porque en base a las 650 cartas publicadas se traza una esclarecedora visión global del fenómeno de esta emigración, desglosándolo en sus diversos aspectos, que complementa el magnífico trabajo de Ortiz de la Tabla. Entre las 650 cartas, cuyos originales se encuentran en el Archivo General de Indias, recogidas en el grueso volumen de 611 páginas, hay dos dirigidas por emigrantes de nuestro pueblo a dos parientes en Guadalcanal.

Sirva la "erudita información" -como diría, con su retranca serrana, mi llorado amigo Andrés Mirón- precedente, como introducción a las reseñas de algunos de los numerosos emigrantes que produjo nuestra villa.

viernes, 2 de noviembre de 2012

GENTE DE GUADALCANAL - 4

Paisaje de San Sebastián (Colombia)

              Por José Mª Álvarez Blanco

Como las fuerzas del padre Diego, aunque estaban alentadas del las generosidades del espíritu no eran de bronce, sucumbieron a la continuación de la fatiga, sobreviniéndole unas calenturas penosísimas, mal que se hacía más aflictivo por verse sin médico que le asistiera, sin compañía de amigos, en un páramo desierto y lejos de todo alivio humano. Grandes fueron los trabajos, soledad y penas que el P. Fr. Diego, sufrió en esta enfermedad; porque si había de comer alguna cosa, la tenía que guisar él, y esto de un día para otro, siendo lo ordinario cocer hoy un poco de pescado para comerlo mañana. Con esto se le agravó al P. Fr. Diego el accidente de modo que fue preciso enviar a Tucunaca un indio para que le avisase al hermano Fr. Blas, pidiéndole que pasase a San Sebastián a poner cobro en las cosas de la misión por si Dios se lo llevaba. Vino el hermano Fr. Blas, y quiso Dios que a los pocos días le faltase al Padre Fr. Diego la calentura, que nunca más le repitió, y, viendo la mejoría, se volvió Fr. Blas a su pueblo.
            A esta razón llegaron a Cartagena [de Indias] siete religiosos Capuchinos de la provincia de Castilla, para hacer misión en Darién. Venía entre ellos en venerable siervo de Dios Fr. Francisco de Pamplona, que era el que la tal misión había solicitado; y todos fueron con fraternal amor y gran caridad hospedados en Cartagena por el P. F. Gaspar de Sevilla, prefecto de la misión de Uraba, y sus compañeros, lo cual es otra prueba evidente de lo que dejamos dicho en el capítulo XI, El hermano Fr. Francisco de Pamplona fue con otros PP. al Darién donde supo que el P. Fr. Diego estaba en San Sebastián, y le envió a decir que quería pasar a verlo y comunicar con él algunas materias, noticia que recibió gustosísimo el P. Fr. Diego, y lleno todo de júbilo le respondió que viniese en buena hora, y que se trajese un sacerdote para que le confesase, porque hacía muchos meses que carecía de los dichosos frutos de aquel Venerable Sacramento, aunque por la misericordia de Dios se hallaba en conciencia tal, que en todos ellos no había dejado de decir misa ni un día tan sólo.
            Emprendió el viaje en una lancha para hacer su visita el hermano Fr. Francisco llevando por su compañero al Padre Fr. Basilio De Valde-Nuño, y  levantándose un viento recio hizo naufragar la canoa en que navegaban los dos pobres misioneros, de modo que salieron a tierra por milagro, todos mojados y muertos de frío; y  por ser tarde, y el terreno de intricadas malezas, les fue preciso quedarse en el campo aquella noche, en la cual fue imponderable lo que padecieron de el hambre, sed, desnudez y desabrigo, tanto que estuvieron para rendir el último aliento a las crueles manos de trabajos tan crecidos.
            Al día siguiente llegaron al pueblo de San Sebastián tan destrozados que no les faltaba sino espirar, pero el P. Fray Diego que tenía ya noticias de que venían, les recibió cariñosamente, hízoles muchos agasajos, dioles de comer de lo que te nía prevenido y les hizo todos los obsequios posibles. Permitió Dios que los indios matasen en aquella ocasión un venado, y como ellos por sus supersticiones no se lo comen, se lo trajeron todo al P. Fr. Diego, el cual tuvo con eso para regalar a sus amantísimos huéspedes. A los dieciocho días se volvió el P. Fr. Basilio a su misión del Darien con el hermano Fr. Francisco y el P. Fr. Diego quedó sólo como antes, muy pesaroso de la ausencia y amable compañía de los dos misioneros con quienes tuvo gran consolación su espíritu; y esta fue la única ocasión en que pudo confesarse en dieciocho meses que vivió allí sin compañero (P. Cord. Ms.120).
            Entretanto estaba en Cartagena el P. Fr. Gaspar de Sevilla investigando todas las cosas que pasaban en la misión, proveyendo desde allí lo que juzgaba más conveniente y conociendo que de los ocho religiosos que habían quedado estaban todos enfermos sin poder cobrar la salud perdida, menos el P. Fr. Diego de Guadalcanal, y el hermano Fr. Blas de Ardales, y que estos estaban separados cada uno en su pueblo con grandísimo desconsuelo de ambos, por hallarse privados de la amable compañía de los religiosos, dio orden de que el hermano Fr. Blas con todas las cosas pertenecientes a la misión desamparase el pueblo de Tucunaca o Tunucuna y se pasase al de San Sebastián para acompañar al P. Fr. Diego. Puso Fr. Blas en ejecución la orden del Prelado, y fue cosa de admiración el sentimiento, pena y quebranto que mostraron los indios en su despedida. Habíalos tratado este religioso con grandísimo agrado, afabilidad y cariño, y como este es un imán tan poderoso para los corazones que, aunque sean como el hierro duro, los atrae, se hallaban los suyos cautivos del agrado del Fr. Blas, por lo que sintieron mucho su separación>>.

(Texto procedente de la obra: “Reseña histórica de la provincia capuchina de Andalucía. Varones ilustres en ciencia y virtud que florecieron en ella desde su fundación hasta el presente por el M.R.P. Ambrosio de Valencina”. Tomo V. Capítulo XIII. pp. 132-139. Sevilla, 1908).

Poco puedo añadir sobre este segundo Diego de Guadalcanal, salvo que el topónimo Tunucuna o Tucunaca corresponde actualmente a un arroyo; en cambio San Sebastián es un municipio de la República de Colombia, localizado al sur del departamento del Cauca, fundado en 1562 por Pedro Antonio Gómez.