martes, 24 de enero de 2012

Indianos de Guadalcanal: sus actividades en América y sus legados a la metrópoli – Siglo XVII - 4

Por Javier Ortiz de la Tabla Ducasse - III Jornadas de Andalucía y América. Huelva 1983

RADICACIÓN Y ACTIVIDAD EN AMÉRICA

A lo largo del XVI los polos de atracción fundamentales para los vecinos de Guadalcanal iban a ser Nueva España y Perú. Tal tendencia viene demostrada también por el lugar de residencia de los individuos a examen: 8 en el Perú, 2 en Quito, 6 en Nueva España, 1 en Panamá y otro en el Río de la Plata.

La emigración de Guadalcanal, aunque aparece con los más diversos destinos, se centró casi en exclusiva en ambas áreas antes indicadas siendo esporádicas y excepcionales las salidas a otras regiones. Incluso encontramos distintos enclaves peruanos o mexicanos con diversos representantes de este pueblo.

En ambos bloques, peruano y novohispano, hay una curiosa similitud de actividades entre los colonos: mineros, mercaderes y tenderos en el área andina; mineros y comerciantes en Nueva España.

En su trabajo sobre los mineros y comerciantes del México Borbónico Brading analiza el fenómeno típico de emigración peninsular, preferentemente montañesa, a los centros comerciales y mineros del virreinato, atraídos por su bonanza y, sobre todo, por reclamos familiares insertándose en las elites regionales 7

Si este es un fenómeno típico en el siglo XVIII que puede extenderse a otras áreas hispanoamericanas, por la breve muestra que ahora contamos respecto a la emigración de Guadalcanal, se puede avanzar que dicho modelo se establece en fechas y siglos anteriores como se verá a continuación.

En el trabajo anterior sobre Guadalcanal insistí en la importancia que el éxito de un familiar o paisano en Indias pudo tener en la villa para motivar la salida posterior de diferentes emigrantes más, para repetir la aventura o proseguir la fortuna del indiano venturoso.

Fama, fortuna y arraigo consiguieron en los primeros momentos de la conquista varios sujetos que irán atrayendo a familiares y paisanos. En Tierra Firme, en las expediciones de Nicuesa, Balboa y Pedrarias, Francisco González de Guadalcanal, que se asentó en Panamá donde fue regidor; en Perú, Fernán González Remusgo de la Torre, regidor de Lima, tras el que aparecen varios parientes en el virreinato; también allí, Diego Gavilán, destacado en la conquista, encomendero y fundador de Huamanga, donde se asentará su linaje atrayendo a deudos y amigos, siendo tronco de la familia indiana del famoso cronista de Copacabana Alfonso Ramos Gavilán; en Quito, Rodrigo Núñez de Bonilla, conquistador, tesorero, encomendero y fundador de un destacado linaje indiano, gobernador de los Quijos como su pariente y paisano Alonso de Bastida, de similar trayectoria y fortuna; junto a ellos Pedro Martín Montanero y Juan Gutiérrez de Medina, también conquistadores y encomenderos; y en el mismo ámbito quiteño los Ortega Valencia, la familia del descubridor de la isla de Guadalcanal. De estos mismo linajes continúan pasando a Indias durante el XVI y XVII distintos miembros.

Ya he señalado el caso notorio de los Bonilla en otras Jornadas. Ahora insistiré en relaciones y vinculaciones de estos individuos en sus actividades en el Nuevo Mundo.

En el área peruana se encuentran varios con actividades centradas en el comercio y la minería, con diversas conexiones y similitudes entre sí.

En Lima se asentó Cristóbal de Arcos Medina como mercader dedicado al tráfico de ropa de Castilla. En sus operaciones comerciales aparece relacionado con Benito Carranco y Cristóbal López de la Torre, probablemente también de Guadalcanal, que aparecerán además vinculados a los hermanos González de la Espada, como luego se verá. Consiguió una regular fortuna valorada en unos 10.000 pesos, parte de la cual fue a parar en mandas y obras pías a Guadalcanal. Además de sus paisanos antes mencionados, la mujer de su hermano, María Yáñez de Bastida, contaba con otros parientes en el virreinato.

Otra señora de este apellido, Mayor de Bastida, sería la beneficiaria de algunos bienes de su marido, Luis de Funes Bonilla, muerto en Lima a principios del XVII. Había pasado a Indias hacia 1570-80 y aparece al servicio de D. Alonso de Vargas, como administrador de su hacienda y recaudador de sus tributos en Arica. Allí contaba con varios paisanos y conocidos que mencionaremos más adelante y entre ellos Luis de Bastida, quien regresó más tarde a Guadalcanal. Sin hijos de su matrimonio, dejó heredero universal de sus bienes, que no parecen muy cuantiosos, a su hijo natural Francisco Funes de Bonilla.

Otro de sus parientes, Juan de Bonilla Mexía, moría poco después en Lima, sin que sepamos su ocupación aunque parece haber estado centrada en dicha capital y en Cuzco, fundando una capellanía. Otra fundaría en la misma iglesia de Santa María, su paisano Fernando Rodríguez Hidalgo, que también se había instalado en la ciudad de Los Reyes donde murió.

Antonio del Castillo, cuyo sobrino Diego Martín Rincón disfrutaría su capellanía y la de Rodríguez Hidalgo, murió en 1553 en Huamanga, aunque sus bienes no llegaron a Sevilla hasta 1600. Tenía tienda en dicha villa y murió en la estancia de su paisano Diego Gavilán, que fue su albacea testamentario. Como Funes Bonilla dejó cinco hijos, mestizos, de diversas madres, a quienes recordaría en su testamento, no dejando descendencia legítima de su mujer.

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