viernes, 2 de diciembre de 2011

Los Conventos de la Orden de San Francisco en Guadalcanal - 7

(Transcripción de las Crónicas publicadas por FRAY ANDRES DE GUADALUPE en su Historia de la Santa Provincia de los Angeles, Madrid 1662) - Edición de José Mª Alvarez Blanco

Atendía Dios misericordioso el celo de su silencio en semejantes aprietos; inspiraba interiormente a las enfermeras (y muchas veces las despertó) para que socorriesen las necesidades, que la enferma no decía: tenía premio el silencio con guardarle, y socorría la divina providencia lo que necesitaba la humildad. Tenía también ratos destinados todos los días para comulgar espiritualmente: hacíalo con actos fervorosos de fe, y caridad, siendo materia de oración profunda; por oración vocal rezaba el Rosario entero de Nuestra Señora con otras devociones. En tan noble empleo ocupada, llena de virtudes, acrisoladas con tan singular paciencia en tantas tribulaciones pasó de esta mortal vida a la eterna por los años de 1631.

En este religioso convento vivió también la sierva de Dios Constanza de San Jerónimo; fundó su virtud en el fundamento sólido de la observancia rigurosa de su regla, y en sequela15 entera de la comunidad; atendía a lo principal, y primero de la vida religiosa: las virtudes más sobresalientes, que añadió, fueron la oración con perseverancia todos los días sin dispensación, por ocupaciones que ocurriesen. Creció su alma en ella; de aquí sacaba calor, y enseñanza, para andar en presencia de Dios con tal silencio, que apenas hablaba lo necesario, así conservó el espíritu, sin desperdiciarse por la lengua. Amó la tanta pobreza, contenta con padecer necesidades, y dejándolas padecer a la naturaleza; porque supiese, que era pobreza; corta es la que no las padece; murió víspera de Nuestra Señora de la Asunción, de quien era especial devota, año 1614.

CAPITULO XXVII

Vida y obra de otras siervas de Dios del convento de San José de Guadalcanal.

La venerable Madre María de San Diego fue natural de la villa de Guadalcanal; prevínola la divina gracia desde su niñez, criándola el Señor para su casa con propiedades acomodadas a sus ocultos secretos: era inclinada al recogimiento interior, teníale sin entenderlo algunas horas del día. Aplicose a las cosas de Religión, llamada con fuerza oculta al estado de Monja, con deseos fuertes de ejecutarlo: con esta mira vestía honestamente, renunciando las galas decentes a su estado; con el santo desengaño conoció las vanidades del mundo, y tratábale como desengañada; dilatábase la fundación de este convento; afligíala la dilación, padeciendo su afecto, y la esperanza en lo que tan vivamente deseaba.

Estando un día en su oratorio, donde hacía sus ejercicios virtuosos, pidiendo ansiosa a Dios, cumpliese los deseos, que por su piedad le había dado, oyó esta voz clara: Ten confianza, Fray Juan lo hará: quedó confortada, aguardando el cumplimiento de la promesa. A pocos tiempos vino a Guadalcanal Fray Juan del Hierro, que era Provincial, en cuyo tiempo se hizo la fundación del convento: reparó atenta a la voz, que la había hablado, y conociendo el misterio, tomó el hábito día de San Diego por los años 1593.

Como había sido la vocación temprana, y verdadera, creció en virtudes religiosas; porque no la dejó resfriar, ni perdió tiempo en la Religión, viviendo en ella veinte y siete años en observancia pura de la regla, en obediencia pronta a los Prelados, en ayunos, y abstinencias. Ayunó las Cuaresmas, los Advientos mayores, y el de los benditos con un poco de pan, y hierbas cocidas; gran amadora de la pobreza; vestía el hábito más pobre, lo mismo hacía en las cosas de su uso; era el afecto igual a esta virtud tan necesaria en una Religiosa. Tenía una limosna anual, gastábala en cosas de culto divino, y en socorrer necesidades de sus prójimos, y todo el trabajo de sus manos; guardaba la estrecha pobreza, y ejercitaba la virtud de religión, y de la caridad con mortificación de la carne.

No fue menor en la humildad de ánimo, y conocimiento propio; sentía de si bajísimamente, diligenciaba las acciones más humildes del convento, hacíalas con tanta reverencia, y devoción, que causaba, en quien la miraba, lágrimas devotas; obraba con estimación de la virtud, y con espíritu en ella, tenía por corto tiempo, el que gastaba en la oración del día, quedábase después de maitines en el coro hasta prima orando. Fue fervorosa, y encendida en este ejercicio, y en él mereció ser muy favorecida de Dios: un día sintió nuevos fervores, y devoción, y vio en visión imaginaria a la imagen de Cristo Nazareno, que entrando en un jardín ameno de hermosas flores, cortó una, y se la llevó consigo, y desapareció la visión: entendió, que su muerte estaba cercana; por lo que se dispuso con especial cuidado para ella, no desperdiciando el aviso piadoso, fue a pocos días por los años de 1620.



15 Según el Diccionario de Autoridades, sequela, es término latino que se empleaba comúnmente. Significa "El acto de seguir a alguno en partido o doctrina". Equivale a seguimiento.

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