martes, 16 de agosto de 2011

VISITA AL MONASTERIO DE TENTUDÍA.





Hoy hemos querido visitar tierras extremeñas, que tan cerca tenemos y de la que formamos parte hasta mediados del siglo XIX. Hemos escogido el Monasterio de Tentudía, con el que tuvimos mucha relación, por pertenecer como nosotros, a la Orden de Santiago, de cuya vicaría dependíamos, hasta que a Guadalcanal le concedieron la propia.


A las ocho de la mañana, en la remozada fachada del antiguo convento de la Concepción, habíamos quedado citados los excursionistas para iniciar nuestro viaje.
Tras atravesar Llerena, pusimos rumbo a Monesterio por la carretera EX-103, pasando por Pallares, continuando por la misma carretera hasta Monesterio.

Como según habíamos visto por algún cartel, Tentudía no se abría hasta las 10 de la mañana, optamos, visto que aún no eran las nueve, por parar en el Bar las Maravillas. Un fuerte olor a café (como si estuviéramos en la Puntilla), nos confirmó lo acertado de la decisión, ya que al acercarnos a la barra, vimos como unas suculentas tostadas viajaban por una cinta y poco a poco iban tomando un color tostado (lógico, si eran tostadas). Otro alimento captó nuestra atención, éste de color rojo con unas betas blancas y un color reluciente y un olor… Pedimos un café para cada uno (hubo suerte, éramos cinco y sólo pedimos tres tipos de café), un platito de jamón y en la mesa que ocupamos encontramos aceite, manteca, tomate... bueno, se pueden figurar.

Una amena charla nos hizo ir consumiendo las viandas que habíamos pedido y tras la solicitud de un vaso de agua por alguno de los excursionistas, y antes que el copioso desayuno nos amodorrara, levantamos plaza y nos dirigimos a nuestro punto de destino: el monasterio de Tentudía.
Salimos de Monesterio con dirección a Calera de León y antes de llegar a esta localidad, nos desviamos por la carretera que nos llevaría al Monasterio. Nueve kilómetros de carretera estrecha pero en buen estado y vistas maravillosas, con grandes dehesa de encinas, alcornoques y algunos castaños.
Llegamos sin novedad a la explanada donde se encuentra Tentudía a las diez de la mañana, dispuestos a iniciar la visita. Primer problema: el monasterio cerrado y nadie en el entorno. Solicitamos información a nuestro responsable de logística y éste nos remitió a los carteles que habíamos visto: Visita de 10 de la mañana a 5 de la tarde. No hay problema –nos dijo- ahora mismo llamo por teléfono. Naturalmente, todos llevábamos móvil, cinco personas, cinco móviles –creo que incluso, alguno llevaba dos. Segundo problema: estaban fuera de cobertura.

A todo esto, ya habíamos dado dos vueltas al monasterio, ya que tenía varias puertas y cabía la posibilidad de alguna estuviera abierta o la abrieran. De todas formas, desde la altura que nos encontrábamos pudimos ver las sierras de Huelva, las de Córdoba y por supuesto, las de Guadalcanal.
Después de media hora de espera, pensando que todos los edificios tienen un día que no abre, la excursionista femenina nos informó que con su teléfono podía coger Internet, así que gracias a este artilugio pudimos conseguir un teléfono de contacto del Monasterio.
Con el número conseguido, fui comisionado para acercarme a unas antenas que se veían a cierta distancia, calculé las probabilidades de conseguir llegar a ellas y me puse en camino. Al poco rato mi teléfono consiguió conectarse a las torres y pude realizar la llamada al número que aparecía en Internet. Llamada, llamada y nadie cogía el teléfono.
Volví desanimado a la puerta donde estaban el resto de los excursionistas, pensando que no me iban a creer, cuando al llegar, todos unanimemente, me dijeron que me creían, porque habían estado escuchando las llamadas en el teléfono que había tras la puerta. Una nueva consulta por Internet nos facilitó nuevo teléfono y una amable señorita nos informó que se abría de once a seis de la tarde, los lunes cerraban. Menos mal,¡hoy era martes!.
A la hora prevista de apertura, aparecieron dos personas en un vehículo, abrieron la puerta, encendieron las luces, regaron las macetas y comenzamos nuestra visita.
Lo primero que leemos, es que este edificio está catalogado “Bien de Interés Cultural Nacional".

Es un importante conjunto arquitectónico de estilo góticomudeja. La Iglesia fue elevada sobre un modesto templo anterior erigido en conmemoración de la mítica batalla de Tentudía. Debió estar compuesto por tres naves comunicadas a través de hiladas de arcos de cantería, con una capilla de planta cuadrada en la nave central y otras menores, adosadas a las colaterales.

El cerramiento se solucionaría con una simple cubierta de madera, de estética mudéjar.
A finales del S. XIV fueron adosadas a la cabecera dos capillas funerarias, conectadas con las naves colaterales por medio de un reducido pasillo donde podemos encontrar a dos maestres de la Orden de Santiago: Gonzalo Mexias y Fernando Oxores. Las capillas laterales albergan retablos de azulejos posteriores al del altar mayor, representando uno a Santiago caballero en blanco corcel, vestido de armadura, con espada en la mano derecha y bandera en la otra yaciendo a sus píes los enemigos vencidos en combate. Flanquea la escena dos grandes árboles y está bordeada de cenefa con ramificaciones y guirnaldas. En el frontal de la mesa del altar figura una cartela con la imagen de la Virgen y el Niño.
La capilla de San Agustín muestra en su retablo cerámico al Santo caracterizado de Padre de la Iglesia, con mitra y báculo, sosteniendo en su mano derecha la pluma de doctor y en la izquierda la iglesia de fundador. Al parecer, preside el templo la imagen de la Virgen de Tentudía, pero en el momento de nuestra visita no estaba. Según hemos leído, es una imagen de las llamadas de “candelero" en cuyo rostro se aprecia la armonía de la dulzura con la majestad que los artistas del siglo XVIII imprimían a sus obras.
Lo que más nos gustó del Monasterio, es el retablo mayor, realizado en 1.518 por el famoso azulejero sevillano Niculoso Pisano, donde el estilo mudéjar se combina en la rica armonía de su bello colorido, resultando uno de los conjuntos cerámicos más importante de la península.
Sus dimensiones son de 3,40 m, de alto por 2,65 m. de ancho con un total de 640 azulejos. La obra representa en su mayor parte escenas marianas poniendo de manifiesto el delicado arte de este gran artista del Renacimiento. Al lado derecho del altar junto a una inscripción se encuentra la tumba del fundador Pelay Pérez Correa, revestida de azulejos de la misma traza y estilo.
El claustro al estilo mudéjar sencillo y construido con ladrillo, se compone de una galería en cuatro tramos con dos pisos superpuestos el inferior de cuatro arcos de medio punto y el de arriba con cinco vanos de medio punto rebajados. La arquería se sustenta en pilares octogonales con basa y capitel. En el centro lleva un aljibe de gran capacidad. A los lados de la galería se distribuyen las diversas estancias, sobrias habitaciones cubiertas de techos planos de madera o con bóvedas de crucería.


También se construyó una sacristía y tribuna, apertura de portadas para comunicar el ábside con las capillas funerarias. Al parecer, décadas después, fueron sustituidas las tres naves del templo, dando lugar a una iglesia de nave única cubierta con bóvedas de cañón, que es lo que nosotros hemos visto.
Como el único motivo era la visita a Tentudía, finalizada la misma, iniciamos el regreso a Guadalcanal. Bajamos y cuando íbamos a coger el desvío para Monesterio, vimos el indicador también para Calera de León, dudamos, dudamos –ignorantes de nosotros- y al final optamos por dirigirnos a Calera.


Gran acierto, ya que de no hacerlo, hubiéramos cometido un gran error. De momento el callejero nos recordaba a Guadalcanal: calle López de Ayala, Luis Chamizo… pero lo verdaderamente interesante –aunque el edificio por fuera engaña- ha sido ver el Conventual Santiaguista, y unido a él, la iglesia de Santiago Apostol.
De momento nos enteramos que este edificio podía no existir, ya que entre 1.930 y 1.934 este prestigioso monumento fue objeto de diversas tentativas de despojo con la intención de desmontar sus artísticas piedras para trasladarlas a América.




Esta visita que hicimos con una guía, fue muy productiva e interesante, por todo lo que nos contó y lo que posteriormente hemos leído en la documentación que le solicitamos.
Según nos decía, es una construcción de piedra granítica y mampostería realizada a finales del siglo XV, como residencia más amplia y holgada de los caballeros que habitaban en Tentudía. Albergó durante cuarenta años el Colegio de San Marcos de León que la Orden trasladó desde la capital del antiguo reino en 1.562. Al igual que el Monasterio de Tentudía el edificio está declarado de interés Bien Histórico Artistico Nacional desde 1931. Su claustro de doble planta está construido con piedra granítica y su columnata y las artísticas bóvedas de sus salas y galerías muestran con profusión la belleza del estilo renacentista. Una de sus estructuras más importantes es el claustro, de planta cuadrada y dividido en dos pisos superpuestos. El inferior se conforma con arcos de medio punto que descansan sobre pilares con pilastras jónicas adosadas y ornamentales. El cerramiento de éste se resuelve con bóvedas de crucería. Las habitaciones monásticas más bellas se emplazan en la planta baja destacando la "Sala de los Capítulos o de las Piñas" por presentar las claves de los nervios de sus bóvedas decoradas con florones.

Como decoración del conjunto, se esculpen conchas santiaguistas y emblemas heráldicos.
Adosada al claustro se encuentra la iglesia de Santiago Apóstol. En su construcción se utilizó la mampostería, el ladrillo y la piedra de sillería. Su fachada es bastante irregular presentando una composición volumétrica donde sobresale una escalera de caracol, contrafuertes adosados y una espadaña barroca del dieciocho –por eso decíamos que el edificio por fuera engaña, porque no se ve bonito. Se trata de una obra gótica tardía, de finales del XV, es de una sola nave de gran amplitud, con cuatro capillas hornacinas en el lateral de la Epístola, sacristía y la capilla bautismal, hoy del Sagrario. Se cubre con bóveda de crucería en forma de estrella, cuyos nervios descansan en pilastras constituidas por semicolumnas adosadas.

Las capillas hornacinas tienen boveditas de crucería en su variedad de "espejo" sobre arcos de medio punto. La portada principal del templo es renacentista, adintelada, con cuatro columnas toscanas y hornacinas vacías en los intercolumnios, cuatro flameros por coronamiento y tímpano en arco. La del lado del Evangelio es gótica, perfilada en dintel, con dos cuartos de círculo y hornacina vacía. El retablo mayor está constituido por ocho lienzos de Eduardo Acosta que representan a los cuatro evangelistas, escenas de la batalla de Tentudía, con la aparición de la Virgen a Pérez Correa, y coronando el conjunto la figura ecuestre del Apóstol Santiago.
Finalizada la visita, realizamos un ligero refrigerio –esta vez sin jamón- y ahora sí, nos dirigimos a Monesterio, pasamos por Pallares, Llerena, Casas de Reina y Fuente del Arco, y a las dos y media de la tarde, finalizábamos nuestra excursión en el quiosco del paseo de El Palacio.

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