martes, 16 de agosto de 2011

ADELARDO LÓPEZ DE AYALA - 25

«Al eminente Poeta.

Quien estas flores te arroja

el alma entera te da;

¡no serán dignas quizá

de que Ayala las recoja!

Ninguno a tu ingenio iguala,

que se eleva más que el sol;

Salva al Teatro Español

y Dios te bendiga Ayala!»

¿Quién escribió estos versos? La obra había sido un gran éxito; y para él, en ese momento, doble, pues de la preocupación por escribir la obra a Teodora Lamadrid, y que fuera para su beneficio, pueden leer se en el Epistolario inédito las cartas que hacen referencia a esto. Pero que el drama constituyó un acontecimiento literario, se deduce del homenaje que se le tributó. Para ello se formó una comisión integrada por: Don Tomás Rodríguez Rubí y Don Severo Catalina, por la Real Academia Española; don Emilio Castelar, por la Universidad Central; don Juan Eugenio Hartzenbusch y don Luis Mariano de Larra, por la Junta de Autores Dramáticos; don Nicolás María Rivero y don Francisco de Paula Madrazo, don Daniel Movara, don Amalio Ayllón, don Juan de la Rosa, don Juan Valera y don Carlos Navarro, por la Prensa; don Miguel Agustín Príncipe y don Ramón de Campoamor, por los publicistas; don Emilio Arrieta y don Francisco Asenjo-Barbieri, por los compositores; don Julián Romea y don Joaquín Arjona, por los actores, y don Francisco Salas y don Pedro Delgado, por los empresarios. Esta comisión tomó el acuerdo de abrir una suscripción para regalar al poeta una corona de oro y entregarle un álbum de poesías escritas por los amigos y admiradores. La cantidad recogida fue 25.433 reales, cantidad con la que se encargó la corona al artífice y esmaltador Jaime Fábregas. En el acto de homenaje, Martínez de la Rosa, Presidente de las Cortes, le hizo entrega de la corona. En el Epistolario inédito Ayala hace mención de este premio y de lo orgullosa que su madre, doña Matilde de Herrera, mostraba el galardón a los correligionarios y amigos de Guadalcanal.

El homenaje hubo de agradarle al poeta que por entonces contaba 32 años. Y de ello da noticia a Teodora que tanta parte había tenido en la obra al inspirarla y, más aún, darle alma en la escena. Pero, aparte propósitos artísticos, El tanto por ciento llevaba un mensaje moral; la sociedad de aquella época, si bien es verdad que mejoraba materialmente, era necesario, casi imprescindible, despertar su idealismo; convencido de ello, o haciendo una frase, muy de salón, Ayala decía a sus admiradores: «Hay en el fondo de todos los corazones honrados, una apuesta ávida de manifestarse contra el grosero materialismo que nos sofoca. Este movimiento ha surgido públicamente con la ocasión de mi comedia, y todos aplaudís, más que el mérito de mi obra, la elevación de vuestros sentimientos.»

En el mes de febrero de 1862, y en el Teatro Lírico, estrenó su zarzuela El agente de matrimonios, por las siguientes artistas: señoras Santa María y Rivas, y los señores Obregón, Fuentes, Caltañazor y Arderíus. Y en el Teatro Circo, en la temporada de 1863, El nuevo Don Juan, desempeñado por Teodora Lamadrid y señora Bagá; Joaquín Arjona y los señores, Ossorio, Benetti y Martínez. Y Balbina Valverde, que accedió a representar un papel insignificante.

Ciertamente que con estas dos nuevas comedias, Ayala no superaría las anteriores, que habían logrado verdadero impacto en el público; mas no por eso íbase a desanimar, toda vez que seguía figurando su nombre en los teatros, y el prestigio literario y el político corrían paralelos.

Un retroceso en su carrera política representan aquellas Cortes de 1863 donde se sancionó la Ley de Imprenta de la Unión Liberal; y, con este cambio, inauguraba la nueva etapa, el 5 de noviembre, el Ministerio del Marqués de Miraflores. Ayala, que había sido derrotado en Castuera, y de ello habla en las cartas a Teodora, obtuvo acta de Diputado por Badajoz hasta el Ministerio Mon-Cánovas y la disolución de las Cortes por el General Narváez, el 22 de octubre de 1864. Se desvanecieron sus esperanzas de ser Ministro de la Unión Liberal; pero, ya tendidas las redes de sus amistades políticas, Ayala fue nombrado Director del Conservatorio de Música y Declamación por el Marqués de Vega Armijo, cargo que no llegó a desempeñar. En las Cortes de 1866 alcanzó el nombramiento de individuo de la corrección de estilo; pero no quedó ésta reducida a una misión puramente literaria, sino que, al estallar la insurrección del 22 de junio de 1866, Ayala sentiáse identificado con O'Donell; la insurrección fue vencida y en vez de una política de perdón, vio que se alzaba un Gobierno de resistencia. O'Donell había caído desde lo más alto y, después de su salida del Gobierno, moría. Su partido ya no gobernaría nunca; y si Ayala, desde estas deshechas filas de la Unión Liberal, pretendía pasarse a los reaccionarios, estos no le admitirían. Narváez murió también, y González Bravo, su sucesor, no inspiraba aquel temor que contenía a los revoltosos. Ayala, dedicado ya abiertamente a conspirador, se alzó con el General Dulce, a las órdenes de Serrano, hasta comenzar la revolución en la batalla de Alcolea.

Llama la atención que en este ir y venir del personaje, siempre en busca de la aventura y de la intriga, tuviese tiempo aún para trazar aquellos esquemas, bocetos y proyectos, que exactamente corresponden a los años 66, 67 y 68, sin que ninguno de ellos pasara el área del ensayismo, aunque son muy reveladores de su estado de ánimo: en Yo por ejemplo, trata de las fórmulas más insospechadas del egocentrismo; en El cautivo, pensó castigar el vicio de la envidia, trayendo a escena al propio Cervantes, que tantas veces debió ser víctima de ella; en El texto vivo, corregir falsas doctrinas; El último deseo habría de ser un drama, escrito a marchas forzadas, según el ofrecimiento hecho en Lisboa a Zabalburu; pero todo esto no representa sino lo aledaño a la gran preocupación política, de aquellas jornadas consignadas en las cartas a los amigos, bajo el lema: Día tantos; por la Patria.

No hay comentarios: