lunes, 30 de mayo de 2011

Guadalcanal en los diccionarios histórico - geográficos (Siglos XVII – XIX) - 2


Por Salvador Hernández González - Revista Guadalcanal año 2006

Podemos aceptar que la obra de Rodrigo Méndez de Silva (Población General de España. Madrid, 1645; reeditada con ampliaciones y correcciones en 1675) es la primera que incluyendo la semblanza de la localidad de Guadalcanal abre toda una serie de obras relativas a esta temática histórico – geográfica. Silva mantiene siempre el mismo esquema: situación física, emplazamiento, riquezas, vecindad y fundaciones religiosas; esquema que marcaría escuela, convirtiéndose en el diccionario histórico – geográfico de consulta obligada para el territorio español hasta bien entrado el siglo XVIII. Buena muestra de ello es que a lo largo del Setecientos los ilustrados escribirán toda una serie de diccionarios de contenido histórico – geográfico, intentando paliar la ausencia de este tipo de obras.

Así podemos citar entre estas obras la de Juan Antonio de Estrada (Población General de España. Madrid, 1747) , que fue casi una copia de la obra de Méndez de Silva. A ésta le siguieron otras, como el Diccionario Geográfico de Lorenzo Echard (Madrid, 1750) ; el Gran Diccionario Histórico (París, 1753) de Luís Moreri , traducido al castellano por iniciativa del gaditano José de Miravell y Casademonte, quien empezó a trabajar en esta edición en 1730 actualizando los datos referentes a España ; el Diccionario Geográfico de Juan de la Serna (tercera edición, Madrid, 1772) , que en realidad es la traducción de la obra de Echard, basándose para las localidades españolas en las descripciones ofrecidas por Méndez de Silva ; el Diccionario Geográfico Universal de Antonio Montpalau (Madrid, 1793) , que pretende corregir los errores detectados en la obra de Juan de la Serna ; y la obra del mismo título de Antonio Vegas (Madrid, 1795) , que nació con análoga pretensión .

En el último cuarto del siglo XVIII, por el geógrafo real de Carlos III, Tomás López de Vargas Machuca, se acometió la elaboración de un Diccionario Geográfico que quedó en un intento fallido. Sin embargo, a pesar de ello nos han llegado gran parte de las respuestas manuscritas enviadas por los párrocos de las distintas localidades, contestando al cuestionario de 15 preguntas elaborado por Tomás López, de las que se han publicado, en la pasada década de los ochenta, las correspondientes a la provincia de Sevilla y en los noventa las de Extremadura . Dichas preguntas versaban sobre aspectos tan variados como el medio físico de la localidad, su origen e historia más reseñable, así como su situación política, económica, social y religiosa en esos momentos. Desafortunadamente, no se conoce el texto de Guadalcanal, que por ende está ausente tanto de las respuestas de Sevilla como de las de Extremadura, teniéndonos que contentar con las vagas alusiones que se hacen a la localidad en las respuestas de otras poblaciones, como en el caso de la cercana Llerena.

Sí contamos, en cambio, con las respuestas remitidas al conocido Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura. Apuntaremos cómo debido a la creación de la Audiencia de Cáceres, se encomendó al señor D. Juan José Alfranca y Castellote, la visita a los pueblos inscritos en el partido de Llerena, así como la elaboración de informes de cada uno de ellos y un informe general sobre el partido, al que pertenecía Guadalcanal como localidad extremeña que era en aquellas fechas. Para obtener más información se remitió a las autoridades civiles y religiosas de cada pueblo un cuestionario de más de cincuenta preguntas, remitiéndose las respuestas a la Audiencia. De esta manera se consiguió reunir una amplia información política, social, económica, religiosa y cultural de las poblaciones de la zona . Como las respuestas de Guadalcanal han sido publicadas en la pasada década de 1990 dentro de un volumen dedicado a las poblaciones disgregadas de Extremadura y ocupan una extensión considerable, prescindimos ahora de volver sobre esta conocida fuente para no desbordar el espacio asignado y poder profundizar en cambio en el contenido de los diccionarios histórico – geográficos, generalmente más desconocidos y de más difícil accesibilidad.

Durante el siglo XIX los diccionarios geográficos siguieron gozando de gran prestigio y popularidad. Pero a diferencia de los diccionarios ilustrados, cuyo contenido era sobre todo histórico – geográfico, los del Ochocientos plantean un incremento de noticias económicas y estadísticas de cada población, quizás por ser fruto del pensamiento político – económico liberal que termina imponiéndose en varios países de Europa Occidental gracias a las revoluciones burguesas. Podemos citar a este respecto el Diccionario geográfico – estadístico de España y Portugal (Madrid, 1826 – 1829) de Sebastián de Miñano , el colectivo Diccionario Geográfico Universal (Barcelona, 1830 – 1834) que sigue literalmente al anterior, la España geográfica, histórica, estadística y pintoresca (Madrid, 1845) de Francisco de Paula Mellado , de la que no hemos podido disponer para esta ocasión, y por último el tan conocido y utilizado Diccionario geográfico – histórico – estadístico de España y de sus posesiones de Ultramar (Madrid, 1845 – 1850) de Pascual Madoz , que culmina todo este ciclo de diccionarios de la primera mitad del siglo XIX.

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