sábado, 28 de mayo de 2011

Guadalcanal en los diccionarios histórico - geográficos (Siglos XVII – XIX) - 1


Por Salvador Hernández González - Revista Guadalcanal año 2006

1. Introducción.

Aunque la Historia sólo parece estar abocada a tener como fuente los documentos de archivo, en otras ocasiones encontramos opciones alternativas que nos ofertan interesantes informaciones sobre el pasado, como pueden ser las prospecciones arqueológicas, la historia oral, la prensa o los fondos bibliográficos más antiguos. Este es el caso de la imagen que se puede lograr atisbar de una localidad a través de antiguas obras bibliográficas, a las cuales en la actualidad se recurre poco. Son varios los diccionarios histórico – geográficos de los siglos XVII, XVIII y XIX que al trazar la semblanza de la localidad hacen referencia a algún aspecto de la población y su entorno. En esta ocasión vamos a exponer la valía que tienen estos últimos como fuente histórica para el estudio de esta bella localidad serrana.

2. Diccionarios geográficos y libros de viajes: la bibliografía como fuente histórica.

Con el presente artículo pretendemos poner de relieve toda una serie de obras de gran valor como fuentes históricas, que en la actualidad son aún escasamente utilizadas, quizás por ser muy poco conocidas, por su naturaleza y antigüedad o por su difícil localización. En síntesis, podemos decir que se trata de una bibliografía consistente en obras histórico – geográficas, fundamentalmente de los siglos XVIII y XIX (entre las que sobresalen los diccionarios), y en relatos de viajeros, que nos proponen una visión distinta e interesante del paisaje y del marco urbano que conocemos actualmente, además de ofrecer noticias sobre las costumbres y la vida cotidiana del país. Una bibliografía que por su carácter informativo y corográfico nos permite ofrecer nuevas perspectivas sobre la historia y la geografía de cada localidad, como puede ser el caso de Guadalcanal.

Un primer capítulo de esta literatura histórico – geográfica lo constituiría la literatura de viajes, que ya ha sido objeto de diferentes recopilaciones y de diversos estudios que nos muestran como nos puede proporcionar interesantes noticias para el conocimiento del ámbito local, comarcal e incluso regional, en siglos pasados.

El viaje ha sido siempre a lo largo de los siglos un elemento de intercambio cultural de primera magnitud. De forma general, los relatos de viajes plantean una ruta o trayecto que suele vertebrar el posterior relato del viajero, respetándose el orden cronológico del viaje, y la inexcusable descripción del paisaje y lugares que se recorren. Lo que diferencian a los relatos de viajes, son los intereses que mueven al viajero de cada época ya sean políticos, económicos, histórico – artísticos, científicos o culturales. Pero en común suelen tener un hecho importante; como apunta García – Romeral, “el viajero al narrar sus experiencias sobre otras geografías quiere comunicar con el lector, más allá de los estados de ánimo y hacerle copartícipe de lo visto y oído”.

La mayoría de estos viajeros recogen en sus relatos, noticias demográficas y económicas de los lugares de la comarca por donde pasaron. Sin embargo lo que más predomina en sus relatos son las impresiones que les produce el paisaje, sus cultivos, las llanuras de la campiña extremeña, pero sobre todo los malos caminos y comunicaciones que se encuentran en su viaje. Así a inicios del siglo XVI Hernando Colón nos ofrece en su viaje una pequeña pincelada de nuestra localidad:

“Guadalcanal es lugar de mil quinientos vecinos. Está entre dos sierras en un valle hondo e es del Maestrazgo de Santiago. E es en la Sierra Morena el postrer lugar del Maestrazgo de Santiago. Es tierra de Sevilla e es lugar de buenos vinos “.

Como lugar de paso entre Andalucía y Extremadura, el flujo de viajeros se mantiene a lo largo de toda la Edad Moderna, como se advierte en el relato del viaje del cronista sevillano Justino Matute, perdurando este tránsito hasta que los siglos XIX y XX desviaron la comunicación entre ambas regiones al recorrido de la actual carretera nacional 630.

El segundo capítulo de esta bibliografía histórico – descriptiva está integrado por los diccionarios geográficos. Como señala Capel Molina, la realización de vastas obras enciclopédicas ordenadas alfabéticamente constituye un proyecto típico del siglo XVII, en un momento en que la erudición constituía un elemento esencial de la cultura humanista. Por ello la crítica y la erudición histórica en particular estimaron mucho la valiosa ayuda de los grandes diccionarios, que permitían la rápida identificación y localización de entidades geográficas o de acontecimientos históricos, sin necesidad de acudir a una multitud de obras generales. Esta labor, paciente y prolongada, se apoyaba a veces en una amplia red de informadores, consiguiéndose de este modo reunir y sistematizar en dichas obras una abundante información dispersa en multitud de volúmenes y documentos .

El mismo autor apunta que fue a fines del siglo XVI cuando empezaron a usarse los diccionarios concebidos como depósitos ordenados de información, iniciándose precisamente el desarrollo de los diccionarios históricos y geográficos, apoyados entonces como ahora en la amplia y libre utilización de obras anteriores .

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