lunes, 14 de febrero de 2011

RETAZOS DE LA VIDA DEL GENERAL CASTELLÓ 66



«Tengo miedo. Presiento que algo va a ocurrirme; no sé si será bueno o malo pero, como siempre ante un cambio de mi vida, temo lo peor. Tengo miedo.»

10 de abril.

«Hoy hay gran efervescencia en el ambiente; se dice que la guerra acabará pronto. En Londres, a los Ministros que es­taban de vacaciones se les ha informado que deben estar a la espera de la noticia de la firma de la paz. La conferencia de San Francisco ha sido aplazada, pues los asuntos a tratar no podían ser los mismos una vez acabada la guerra. El mundo ya casi se ha acostumbrado a vivir en guerra como si fuese el estado normal de la humanidad.»

29 de abril.

«¿Y si fuese cierto? ¿Por qué no iba a serlo? He estado almorzando con los González. Durante la comida escuchamos las noticias que daba la radio; dejaron para el cierre, como si acabaran de recibir la información, que los alemanes han pe­dido la paz a los Estados Unidos y a Inglaterra y que piensan continuar la guerra con Rusia. Por haber estallado una revuelta en Munich y estar Hitler enfermo, se ha solicitado la paz a Himmler. Anoche no había forma de encontrar un periódico; a los vendedores se los arrancaban de las manos. Había colas ante los quioscos y por todas partes se oían comentarios.»
«El Duce ha sido fusilado por los propios italianos, colgado luego por los pies como si fuese un animal, quizá por los mismos que antes lo aclamaron. Pese a todos sus errores y probablemente injusticias, no creo que mereciese semejante muerte. »
«En Francia, el Comité de Defensa Nacional ha pedido la muerte del Mariscal Petain; Dios quiera que esto no se lleve a cabo. ¿Puede decirse que colaboró de buen grado con los alemanes? ¿Que fue traidor a su patria? ¿Quién sabe cómo se habrían desarrollado los acontecimientos sin él? Ya sé que parecía invitar al colaboracionismo. Pero ¿era acaso totalmente libre en sus actos y sus palabras?»
«Cuando fui a ver a papá me lo encontré en el pasillo.»
-«"¿Sabes la noticia? -me preguntó-. La guerra ha ter­minado".»
«Nos abrazamos muy emocionados.»
«No maldigo los sufrimientos que he pasado; quizá hayan sido necesarios para que se formase mi carácter. La vida que ahora llevo tiene también su encanto. Más tarde, cuando la me­moria haya borrado los detalles tal vez aparezcan aquéllos.» (Nota de 1977: «No, no tenía encanto alguno aquella vida. Lo único positivo que había en ella era la esperanza. Es verdad que los sufrimientos me hicieron más humana y comprensiva, ¡pero a qué precio!».)
«Morimos una sola vez en la vida. Las circunstancias nos hacen cambiar y nos convierten en personas diferentes de las que éramos. Es otra manera de morir, pero es una muerte que llega tan en silencio, tan insensiblemente, que apenas si senti­mos su golpe.»

Diciembre de 1945.

«Esta noche es la última del año. Lo dejo marchar sin pena y recibo el otro sin excesiva alegría. Me siento un tanto escép­tica en cuanto al porvenir. Noto que me acompaña aún la in­certidumbre, la melancolía.»
«Había esperado que papá estuviese a nuestro lado en estos días tan especiales y estas fiestas familiares hubieran sido más dulces por hacer tanto tiempo que no las pasamos los tres juntos.»
«A papá le tiene sin cuidado salir de una manera o de otra de la cárcel. Esperaba que al salir recobrara, si no su puesto en el Ejército, al menos sus bienes. De otra manera, como dice él en broma, sólo le quedará el recurso de colocarse en la puer­ta de una iglesia con un cartel que diga "Ex Subsecretario y Ministro implora su caridad". Sin derecho a retiro, sin bienes, sin trabajo. Ciertas colocaciones, en centros oficiales por ejem­plo, le estarían prohibidas. No es fácil encontrar trabajo cuan­do se ha pasado de los sesenta años.»

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