sábado, 12 de febrero de 2011

RETAZOS DE LA VIDA DEL GENERAL CASTELLÓ - 65


«Días después, y acompañado por ese mismo brigada, tuvo que ir mi padre al dentista en el Hospital Militar. Había un pelmazo que tardaba en la consulta; cuando salió vio que era Vega:
-"¡Hombre, tú tenías que ser!"» «Y Vega se encaró con el brigada»:
-«"A usted tenía yo ganas de verlo. ¿De manera que para dejarme entrar a ver a mi querido amigo el General Castelló necesita usted preguntarme quién soy? ¿Usted cree que con esta cara y estos bigotes puedo ser barrendero? A mí se me mira y se dice uno: este señor tiene que ser General".»
-«"Usted perdone" -repetía el brigada, que luego comentó a mi padre»:
-«"¡Qué genio tiene su amigo!".»

23-11-44.

«Papá me ha comunicado una gran noticia: ¡ha sido indul­tado de la pena de muerte!»
«Esta mañana lo llamó el General Borbón»:
-«"Luis, estás en libertad".»
-«"¿Quién ha intervenido en esto?".»
-«"Asensio y yo, con la aprobación de Franco".»
-«"Pues decidle a Franco que le estoy profundamente agra­decido, pero como he pasado de la condena al indulto y la pues­ta en libertad, saldré de la cárcel con mis bienes confiscados y sin derecho a retiro".»
-«"¡Tienes razón! Voy a ocuparme de este asunto. Iba a firmar tu puesta en libertad".»
-«"Pues no lo hagas".»
«Las tres cuartas partes del sueldo que papá había solicita­do le han sido denegadas. Me siento llena de una suave sere­nidad, quizá la conformidad ante mi destino. Esto lo supe ayer leyendo la carta que me entregó para don Diego Hidalgo, a quien no le ha extrañado lo ocurrido.»
-«"Es una injusticia, pero era de esperar esta resolución. ¿No está demasiado desesperado tu padre?".»
-«"No, está muy tranquilo, aunque me bastó verlo para comprender que algo no iba bien".»

Noche del 15 de febrero.

«Esta noche es mi cumpleaños. Esta noche tendré dieciocho años. Esta noche, con mucha calma, evoco todos mis sueños destruidos; esperaba cumplirlos en otras circunstancias. ¡Mis dieciocho años! En mis años de adolescente triste y torpe, me veía convertida en una chica que habría recuperado la belleza de la infancia, una chica rica y feliz en su hogar. Esto me ayu­daba a soportar sufrimientos y amarguras. ¡Dios mío! ¿Es que no tengo derecho a ser feliz? Contemplo el porvenir, y una voz débil, la de la esperanza, parece decirme: "espera" y otra más fuerte, la de la razón, me dice que mire el presente y me atenga a él. En todo caso, cuando llegue la felicidad, la habré pagado muy cara. Nueve años de sufrimientos creo que es bastante para mi edad. Quizá dentro de dos años... Me van a parecer interminables.»
«El reloj del tiempo tiene sus caprichos, hace parecer los días tristes muy largos.»
«Los sufrimientos y las amarguras producen reacciones opuestas y contradictorias; a fuerza de haber sufrido mucho, cualquier pequeña felicidad parece inmensa, o bien a fuerza de haber soñado para soportar el presente amargo, cuando llega la felicidad, ésta nos parece pálida al lado de lo que habíamos esperado.»
«A veces vale más que los sueños no se realicen para que no pierdan su encanto.»
«La otra noche tuve una pesadilla. Caminaba por el campo y de pronto me encontré con una cuerda con sábanas tendidas.»
«Miraba hacia la derecha y hacia la izquierda y sólo lograba ver aquella hilera de sábanas que se perdía en el horizonte. Le­vanté una sábana y detrás había otra y otras, secas y cru­jientes.»
«También soñé que caminaba por los aires, vestida con una especie de túnica griega de tela ligera. De pronto me encon­traba con una puerta que flotaba en el aire entre nubes de tormenta. La puerta estaba abierta. Quería avanzar y no podía, una fuerza invisible me retenía, Quería gritar y no salía grito alguno de mi garganta. Me desperté sobresaltada. El mismo sueño se repitió noches después.»

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