lunes, 31 de enero de 2011

RETAZOS DE LA VIDA DEL GENERAL CASTELLÓ - 59


De aquellos años datan unos versos que me dedicó mi padre, tal vez sin valor literario pero que resultan entrañables por la enorme ternura que encierran.

«En la Villa de Larache
en una casa bonita
nació mi hija Lolita negra
como el azabache.

Por retrasarse en venir
el padrino, que es mi hermano,
la bautizó un franciscano
allá en Alcazarquivir

en la bella Comandancia
y escogidos invitados
que fueron agasajados
con sencillez y elegancia.

Con un feroz apetito,
pues tragaba a todas horas,
se crió como una bola
mamando sus dos añitos.

Así se desarrolló
sin darnos grandes trastornos
con una cara bonita
y un buen pelo enmarañado.

A nadie ya maravilla
que sin robar ni matar
lo pasó bastante mal
en la cárcel de Sevilla.

Sin tomar una lección
es muy justo consignar
tiene gran disposición
en artes de dibujar.

Al presente se ha espigado.
Tiene el geniecillo fuerte
y gesto malhumorado
mas le pasa fácilmente.

Come como un pajarito.
Tiene el talle de una avispa
un poco corta de vista
y no tiene mal palmito.

Se expresa correctamente
en francés y en español,
redacta perfectamente
con gran imaginación.

No es gastosa ni tacaña,
no es alegre ni tristona,
en vestir no desentona
y en su trato no es huraña.

Pagando culpas ajenas
calló y aprendió a sufrir.
Olvida pronto sus penas.
Tiene fe en el porvenir.

¿Tendrá suerte en el amor?
¿Casará? ¿Tendrá chiquillos?
¿Conservará su «magot»
o se lo gastará algún pillo?

Son defectos y virtudes
que pintan de buena gana
todas las vicisitudes
que pasó Dolores Ana.»

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