domingo, 22 de agosto de 2010

CERVANTES EN GUADALCANAL - 20


Si hablamos de hospitales, tenemos el de Santiago, junto a la iglesia de San Sebastián, el de la Caridad, aquí al lado en la calle Luenga y por último el de los Milagros, que se encuentra casi en ruinas, pero que no hay quien le meta mano (34).

—Por cierto, —dijo Francisco Muñoz— hay rumores de que en el de la Caridad se aparecen unos espíritus.

—¿Qué me dice? —preguntó Cervantes con renovado interés que le llevó a inclinarse sobre la mesa.

—Bueno más que aparecerse, a una cocinera llamada María, por la noche cuando intenta dormirse la pellizcan y el tiempo que está en la cocina, no dejan de moverse, platos, tazas, ollas, (35) o eso dicen.

—Debo decir —tomó la palabra Jerónimo Ortega— que en esa misma calle, unas casas más abajo, al parecer otro espíritu no deja vivir a sus habitantes. El otro día contaban que las tinajas que tienen para el vino, aparecieron de la noche a la mañana boca abajo, pero lo curioso del tema es, que para moverlas, hacen falta por lo menos tres personas. Otro día, en plena noche, han aparecido rodando por la escalera.

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(34) Se encontraba el Hospital de Nuestra Señora de los Milagros, entre las calles Granillo y Camachos (actualmente Milagros y López de Ayala) que ya en el 1575 estaba prácticamente fuera de servicio. A tenor de la descrip­ción de los visitadores de la Orden de Santiago, en una de sus visitas, se trataba de un edificio valioso desde el punto de vista arquitectónico, destacando su espléndida iglesia. (Nota del Editor)
(35) En el capítulo XLVIII, de la segunda parte, Cervantes aprovechó esta información para contar un episodio parecido. (Nota del editor)

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