sábado, 14 de noviembre de 2009

PRIMERAS EXPEDICIONES AL PACÍFICO SUR - 2 DE 4


Por Annie Baert

Sin embargo, a quien entusiasmó dicho hallazgo fue al propio Álvaro de Mendaña, que desde entonces no dejó de insistir para obtener el permiso de volver a las «Islas de Poniente».

II - El descubrimiento de las Islas Marquesas y Santa Cruz
Frente a la indiferencia u hostilidad del virrey Francisco de Toledo, Mendaña no tuvo más remedio que regresar a España, donde en 1574 consiguió Capitulaciones, válidas por dos vidas, según las nuevas Ordenanzas de descubrimientos que regían desde el año precedente: tendría el título de adelantado y «Marqués del Mar del Sur», con licencia para fundar una población española en San Cristóbal, pero la expedición se haría a su costa, sin que la Hacienda real gastase nada en ello -hasta pagó unas fianzas de 10.000 ducados.
Regresó a América, donde tuvo que enfrentarse a la hostilidad del presidente de la Audiencia de Panamá y de varios virreyes del Perú, cuyo efecto fue dispersar o desanimar a los que se declaraban voluntarios para la jornada, desbaratada varias veces seguidas, hasta la llegada a Lima de don García Hurtado de Mendoza, cuarto marqués de Cañete. Tras dedicarse a mejorar la situación del país, afectado por catástrofes naturales y sanitarias (un terrible terremoto, y luego la peste) y llevarse una victoria sobre el pirata Hawkins, le vendió al adelantado una nao de la armada real, sustituida por la que tomó al inglés, y le adjudicó la artillería y municiones que se habían requisado en ella.
En 1595, la armada estaba lista: dos naos, la capitana San Jerónimo y la almiranta Santa Isabel, y dos naves más pequeñas, una fragata, la Santa Catalina y una galeota, la San Felipe -todas propiedades particulares- en las que embarcaron unas 430 personas: familias de colonos que iban a asentarse en las islas Salomón y habían vendido sus bienes para costear su viaje, amén de soldados y marineros, y cuatro sacerdotes. Destacaremos la presencia a bordo de la propia esposa del adelantado, doña Isabel Barreto, su hermana y tres de sus hermanos, y la del 'piloto mayor, Pedro Fernández de Quirós, autor del relato de la expedición.
Dejaron el Perú el 16 de junio y, como siempre, la travesía se hizo sin dificultades, «celebrando haber venido a popa, breve el tiempo, amigo el viento, bueno el pasto, y la gente en paz y sana y gustosa». El 21 de julio, llegaron ante un archipiélago desconocido, al que dieron el nombre de Las Marquesas de Mendoza, «en memoria del marqués de Cañete». Los mapas modernos todavían lo indican, si bien su nombre indígena es Fenua Enata, junto con los topónimos cristianos de Magdalena (Fatuiva), Santa Cristina (Tahuata), Dominica (Hiva Oa) o San Pedro (Mohotani, o Motane). Se quedaron en dichas islas dos semanas, marcadas por la inevitable alternancia de enfrentamientos y momentos de fraternización, que nos han dejado la primera descripción de los polinesios, sus tatuajes, casas, piraguas y herramientas. Pero no eran las islas Salomón, y las naves levaron el ancla el 5 de agosto.Tras otras cinco semanas de navegación, esta vez menos serenas porque iba pasando el tiempo, llegaron el 7 de septiembre frente a un cerro volcánico, cerca del cual desapareció la almiranta, que era de doña Isabel, y en la que iban 182 personas. Aunque no era San Cristóbal, Mendaña decidió detenerse para buscarla y las tres naves restantes anclaron en la isla vecina, que fue luego llamada Santa Cruz (otro topónimo que se ha conservado). Durante las expediciones de búsqueda, que resultaron vanas, empezaron los contactos con los isleños, y en particular con su cacique, Malope, que procedió al tradicional cambio de nombre con Mendaña, y se mostró muy hospitalario.

No hay comentarios: