sábado, 10 de octubre de 2009

LAS MINAS DE PLATA DE GUADALCANAL - 87


Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I


(Se mantiene la ortografía de la época)


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En virtud de la comision general que don Francisco de Mendoza tenia para la visita de las minas del reino, encargó á Diego Delgado, clérigo, vecino de Madrid, y á Pedro de Aguilar, vecino de Castronuño, que pasasen á Zalamea la vieja, á reconocer las cuevas escoriales antiguos de las inmediaciones de Riotinto, y lo verificaron, según consta del siguiente documento, que es muy notable por las particularidades que comprende, y se imprime como dependiente de la comision del mismo don Francisco de Mendoza.

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Relacion de las minas de Zalamea la vieja, ó sean de Riotinto.

Secretaría de hacienda, núm. 28.

15 de agosto de 1556.

RELACION fecha en la villa de Aracena á quince dias del mes de agosto de mil y quinientos y cincuenta y seis años, por mí Diego Delgado, clérigo, vecino de Madrid, de las venas que por el señor don Francisco de Mendoza nos fue dada comision á Pero de Aguilar conmigo, vecino de Castronuño, para las ver y mirarlas en los términos comarcantes de Zalamea la vieja, y ansimismo á otros términos; en el cual término de Zalamea, visto por el señor don Francisco de Mendoza haber grandes labores y edificios y disposiciones, y cuevas y pozos antiguamente labrados, y grandes escuriales de las fundiciones y labores antiguos; visto la dispusicion de la tierra, y tierras, y términos, y haber muchas venas, nos fue cometido á nos Diego Delgado y Pero de Aguilar, para que particularmente tornásemos á certificar, y ver, y tentar, y buscar, y descubrir, ansi venas, como los metales que los antiguos labraban y se aprovechaban, para que, vistos los metales, el señor don Francisco de Mendoza mande lo que mas convenga al servicio de S.M.

Y luego nos los sobredichos Diego Delgado y Pero de Aguilar, en cumplimiento de la dicha provision, nos partimos en fin de julio de mil quinientos cincuenta y seis años, al dicho término de Zalamea, y nos recogimos en un monte á unas casas que dicen nuestra Señora de Riotinto, que habrá poco mas de un cuarto de legua á las cuevas y pozos que los antiguos hicieron: á otro dia como llegamos nos fuimos á una de las cuevas, la cual se dice del Salitre, y entramos en ella. Esta cueva tiene desde la antrada hasta la frontera setenta pasos, y de traviesa ochenta y mas; su altura como una iglesia, y ansi está como una bóveda, y en la cual cueva hay grandes concavidades y lubreras que salen á muchas partes, y salen á lo alto del cerro; á nuestro parecer será alto algunas lubreras de mas de quince estados en alto; y por estas lumbreras rescibian luz para sus labores; ansimismo hay dentro de estas cuevas ciertos pozos que van abajo: entré yo y el dicho Diego Delgado en uno para sentir y descubrir el fin que tuvieron los antiguos, y para qué efecto: dentro en el pozo hallé una vena cubierta con tierra echada por mano, la cual aparté, y descubrí la vena, y unos huecos que van por ella, y de aquella vena y huecos saqué hasta una arroba de metal en espacio de seis credos; sentí que por alli seguian los antiguos su obra.

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