miércoles, 7 de octubre de 2009

LAS MINAS DE PLATA DE GUADALCANAL - 86


Continuación del libro editado por Miguel del Burgos en el año 1831, NOTICIA HISTÓRICA DOCUMENTADA DE LAS CÉLEBRES MINAS DE GUADALCANAL. Tomo I

(Se mantiene la ortografía de la época)

Cuanto á las nuevas pruebas que V.M. manda hacer sobre averiguar si sería mas útil fundir lavado ó por lavar, don Francisco está en Aracena y aun enfermo, aunque ya me escribió que va convaleciendo, y por esta cabsa no he visto lo que se le manda hacer, ni lo sé. Cuando me diere parte dello yo entenderé en procurar de sacarlo en limpio con el celo que soy obligado, y este al servicio de V.M. con acrescentamiento de su real hacienda, y sabe Dios este mesmo que he tenido en lo pasado, y con él he deseudo hallarme á la averiguación; pero cumplirse ha lo que V.M. mandare, caso que por agora corre poco peligro en la tardanza, atento que no hay metal ninguno que se lave; porque, como tengo dicho tantas veces, esto de Martin Delgado, de que agora nos aprovechamos, ni se lava, ni se lavó jamas: lo que podria haber para lavarse son los relaves que estan en el corral, de lo cual hay harta cantidad; pero tampoco hay lugar agora para ello, porque se nos ha secado de todo punto el arroyo donde se solia lavar, y hasta que vengan las primeras aguas no habrá lugar de hacerse.

Todo el arroyo, desde los lavaderos abajo, hago limpiar y mondar con gran diligencia para que beneficie la tierra que alli se sacare, que, según lo que algunos han dicho allá, debe tener gran tesoro en sí, pues necesariamente está consumida en ello toda la plata que se dijo que habia llevado el agua; pero según lo que yo creo y aun veo, se se sacarán dello muy pocos marcos de plata. He querido hacer esta prevencion antes que haya alguna avenida, ansi para que lo que hubiese no lo lleve el agua, como para que no digan los que tienen esta opinión, que no se puede averiguar la cantidad de la pérdida por haberla llevado el agua.

La cibdad de Gibraltar me envió una libranza de V.M. de tres mil ducados para su fortificacion y reparo, los dos mil dellos eran de plazos pasados de mediado de junio y julio, los cuales les libré é hice pagar, considerando el peligro que podia haber en la dilacion, porque me certificaron que entoda la cibdad no habia mas que dos tiros aderezados por falta de dineros.

Por otras cartas mias he hecho relacion á V.M. de mi indisposición y falta de salud, la cual va creciendo cada dia por no tener lugar de curarme ni salir de tan peligrosa estancia como es ésta, á cabsa del contínuo humo y fuego de que está cercada esta casa, y los grandes colores que hace: yo he procurado cayendo ó levantando proseguir estos negocios, sin haberles hecho falta una sola hora, con haberme hallado algunas veces con gota, y con tercianas, y con mal de pecho, todo juntamente; pero ya no me bastan las fuerzas á poder pasar adelante, y si la hacienda fuera mia, hobiera muchos dias que lo hobiera dejado, y con que no hay dias que no caigan enfermos quince ó veinte personas de los que entienden en estas fábrica; en fin tienen libertad de irse á curar á donde quieren; solo yo no he salido desta casa por mucho que me haya aquejado la dolencia, ni me he podido curar; lo cual me á los términos que agora estoy, y es que me dicen los médicos que si no me curo muy de asiento, peligraré, por lo cual me he determinado á suplicar a V.M. me haga merced de darme licencia por dos meses para ir á curar á mi casa, y entender de camino en poner cobro en mi hacienda, que la tengo perdida por la larga absencia, y hacer otras cosas que me importan mucho, y que no puedo dejar de hallarme presente á ellas: si sanare, y V.M. entendiere que cumple á su servicio mi vuelta aquí, mandándomelo, yo haré lo que suelo, que es servir á V.M., y si no hobiere otro que lo acierte á hacer mejor que uyo, quedarme he sirviendo mi oficio. Sabe Dios la pena que yo tengo de desamparar este negocio en tiempo de tanta necesidad; pero como sea por falta de salud, a á mí me hago grandísimo daño, é ya no puedo hacer provecho en esta hacienda; y aunque muriera en ella no la desamparára sino fuera estando aquí don Francisco de Mendoza, que poruá en ella el remedio que conviene durante mi absencia, o por el término que V.M. fuere servido; y ansi quedo esperando que se me haga esta merced con brevedad, en méritos de los trabajos que he pasado aquí sirviendo á V.M. en negocio de tanta importancia, cuya Real persona nuestro Señor guarde con acrescentamiento de mas reinos y señoríos. De las minas nueve de agosto de mil quinientos cincuenta y seis.- S.C.R.M.- Humil criado de V.M. que sus reales manos y pies beso.- Agustin de Zárate.

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