domingo, 30 de noviembre de 2008

In Memoriam de don Juan Bonilla

Hace unos días, recordaba con mi amigo Rafael García, a nuestros amigos de juventud, algunos incluso fallecidos. También evocamos a nuestros profesores, entre ellos, don Juan Bonilla Ponce.

Durante toda la mañana, recordamos aquéllos añorados tiempos de nuestra niñez y juventud e hicimos proyectos para intentar reunir a todos los amigos de la época e incluso a los profesores que tuvimos.

Terminado el fin de semana , regresé al pueblo donde resido, y recibimos en la fábrica donde trabajo la visita de alumnos de un colegio de Quintana de la Serena, precisamente donde ha vivido desde que se trasladó de Guadalcanal, don Juan Bonilla y su esposa doña Isabel García. Hace poco más de dos años puede contactar con él y recibí la visita de ambos, que hacía muy poco se habían jubilado. Al igual que con mi amigo Rafa, pasé una mañana muy a gusto, conversando con Juan e Isabel, que me fueron contando como había sido su vida desde que se trasladaron a Quintana de la Serena, procedentes de Guadalcanal. A su vez me fueron preguntando por todas las personas que ellos conocieron, alegrándose o entristeciéndose, según el comentario que le hacía. Habían tenido más hijos, creo que un total de siete. Había sido alcalde durante dos legislaturas, y ahora una vez jubilados, repartían su tiempo entre sus hijos y sus nietos.

Aprovechando esta visita de hoy, me dirigí a una de las profesoras que acompañaban a los niños y le pregunté por ellos. Lo que menos esperaba oír me llegó en este lunes de noviembre, don Juan Bonilla había muerto hacía más de dos años. Por las cuentas que eché, pocos meses después de la visita que me hizo junto con su esposa Isabel.

Es sorprendente lo que se siente cuando un sábado nombramos a una persona con la ilusión de poder verla en poco tiempo, y cuando llega el lunes, te enteras de que esa persona ya no existe, desde hace más de dos años.

Don Juan Bonilla, junto con don Enrique Corona, don José Fernández, y posteriormente don José Titos, fueron los primeros maestros jóvenes que se incorporaron a las nuevas escuelas (hoy demolidas para hacer las modernas instalaciones actuales) sustituyendo a los no menos conocidos don Alfonso, don Andrés, don Francisco Ortiz Mantrana...

Gracias a Juan Bonilla, Enrique Corona e Isabel García, muchos jóvenes pudieron realizar sus estudios en Guadalcanal y conseguir posteriormente los diferentes títulos de diplomatura o licenciatura, que tanto les habrá ayudado a cada uno de ellos.

He hablado con Isabel por teléfono, que me ha contado lo mucho que le echa de menos y que toda su vida, fue un hombre bueno. Por mi parte, le transmití el buen recuerdo que de él tenemos muchos alumnos y amigos de Guadalcanal y lo mucho que van a sentir su pérdida. También le dije que Don Juan seguirá viviendo en todos nosotros, cada vez que evoquemos aquéllos tiempos.
Don Juan Bonilla falleció el día 4 de junio de 2006 y está enterrado en el cementerio municipal de Quintana de la Serena, en su lápida aparece su nombre y apellidos y la frase “Toda su vida hizo el bien”.
Aunque es una triste noticia, creo que sus antiguos alumnos y amigos de Guadalcanal, deben saberla.

Quisiera un último recuerdo de agradecimiento a sus enseñanzas, con estos versos de Antonio Machado:

…El aire se llevaba
de la honda fosa el blanquecino aliento.
-Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,
larga paz a tus huesos…
Definitivamente,
duerme un sueño tranquilo y verdadero.

Y finalmente, estos otros del poeta de Guadalcanal, Andrés Mirón:

OTOÑO

Otra vez el prodigio de las uvas
por el atardecer.
Cuando me vaya,
¿en qué pecho no usado alentará la dicha que he vivido






sábado, 29 de noviembre de 2008

Presentación del libro GUADALCANAL, UN PUEBLO EN LA MEMORIA


En el cine Municipal de Guadalcanal, se va a celebrar el próximo sábado día 6 de diciembre, a las doce de la mañana, el acto de presentación del libro de Rafael Rodríguez Márquez, GUALDACANAL, UN PUEBLO EN LA MEMORIA.
Ha sido organizado por su familia, ya que el autor falleció el dos de enero de 2007, sin poder ver salir de la imprenta, este libro que ahora se presenta.

Nuestro amigo Rafael, tiene claro para quién dedicó tantas horas de trabajo:

Dedicado
a mi gente, a
la que tanto quiero.
A todo guadalcanalense,
esté donde esté, y a todas las
personas que saben mirar de frente.

Ni olvida a su madre a la hora de iniciarlo, para muestra este verso:

En mi patio había una rosa
que se llevaron los vientos,
era la flor más hermosa,
la rosa del sufrimiento.

Realizará la presentación, el autor del prólogo del libro, don José Titos Alfaro.

Al final del acto se entregará un ejemplar del libro

La batalla de Guadalcanal de Alonso Cárdenas

-------------------------- Viñeta de Antón Zape

El mesón de El Toro como cada madrugada, había abierto sus puertas antes de que saliera el sol. No importaba que la noche anterior, aparte de haberse celebrado el Martes de Carnaval (los hechos narrados a continuación ocurrieron en Guadalcanal durante la noche del martes del carnaval del año 1476) los habitantes de la Villa hubieran tenido que atender a los multitudinarios visitantes, que imprevistamente se habían presentado.

Numerosos soldados ocupaban las mesas en el Mesón, en las que fueron apareciendo toda clase de viandas, de las que la hambrienta mesnada fue dando buena cuenta.

Entre los clientes destacaba Alonso de Cárdenas (1), que residía en Llerena y ocupaba una de las mesas de esta famosa hostería de Guadalcanal. Le acompañaban Enrique Enríquez (2) y el capitán del Hierro.

Gracias a ocupar una mesa junto a ellos, pude seguir esta interesante conversación entre los ilustres comensales.

… realmente no lo entiendo –decía Alonso Cárdenas- como es posible que el duque de Medina Sidonia, don Enrique de Guzmán (3), haya podido escapar, con todas las puertas de la villa cerradas con candados.
- Su señoría tiene razón –dice del Hierro- parece imposible, pero debe entender que aquí en Guadalcanal también tiene amigos y alguno le tiene que haber ayudado, sin embargo, aunque no conozco aún las cifras exactas, le hemos aprehendido unos doscientos caballos y más de trescientas acémilas. Nuestros hombres han confiscado más de setecientas libras de plata y algunos collares de oro.
- Este Conde de Niebla –apostilla Enrique Enríquez- ha hecho honor a su nombre y ha desaparecido entre la niebla de este frío miércoles de ceniza.
- Estoy seguro que estas hostilidades no nos benefician en nada a ninguna de las partes, porque al final los Reyes van a intervenir, como de hecho lo están haciendo ya, mermando nuestro poder. Como sabéis –sigue Alonso Cárdenas- a la muerte de Manrique acudí a la villa del Corral de Almoguer con mis partidarios y el prior de San Marcos de León y el de Uclés, para hacerme reconocer como maestre de los territorio de nuestra Orden en la provincia de Castilla, sin embargo, la reina Isabel se presentó de improviso al Capítulo General, pidiendo formalmente que se detenga el proceso de la elección, es más, solicitó que se le adjudicara la administración de nuestra Orden de Santiago, al rey Fernando, por un periodo de seis años, como así no hubo más remedio que hacer.
- Pero el duque sabía que la villa de Guadalcanal estaba dentro de sus dominios –dijo Enríquez- ¿por qué la ha atacado?
- Guzmán es un hombre joven e impulsivo y asegura que el rey Fernando le había prometido el puesto antes de ceñir la corona –contestó Cárdenas. Como he dicho antes, teóricamente el puesto de Gran Maestre a todos los efectos está vacante y él piensa que todavía no se ha dicho la última palabra y que puede ser elegido. Me supongo que al atacar Guadalcanal quería hacer méritos antes el rey Fernando. Como sabéis, la mayoría de los caballeros de la Orden me apoyan a mí, antes que elegir a un venido de fuera.
- También puede ser que Guzmán, después de su desastrosa campaña, quisiera ocupar alguna villa o fortaleza de nuestra Orden –dijo el capitán del Hierro.
- Si hubiera hecho caso a su amigo el conde de Feria, que según me ha dicho uno de los prisioneros –dice Enríquez- le recomendó que no atacara Fuente de Cantos ni Guadalcanal, creo que todo esto se habría evitado.
- Cuando pasaron cerca de Llerena pensé –dijo Cárdenas- que se había vuelto más juicioso y le había hecho caso a su amigo. No me preocupó mucho que siguiera adelante, porque sabía que la noche de carnaval en Guadalcanal, podía ser funesta para él. Como bien sabéis, los vinos de esta villa hay que saber beberlos, y estos andaluces lo han catado pocas veces.
- No sólo no es juicioso –siguió el capitán del Hierro- sino que además es imprudente. Anoche llegó cuando la villa ya estaba cerrada y sus vecinos consagrados a la algazara del martes de carnaval. Como los vecinos tienen que ofrecer hospedaje a los soldados, esto les causó molestias, a lo que vino a sumarse los recelos acerca de los recién llegados. Pero no por eso emplearon más vigilancia el Duque y sus capitanes, aún cuando sabían por algunos de sus huéspedes que aquella noche había de llegar su señoría, y los sorprendería en la cama, desarmados y sumidos en el sueño, si no se precavían apostando escuchas y poniendo de centinela algunos hombres conocedores de los caminos en la garganta del monte que domina esta villa, único punto donde debían espera la entrada de nuestros soldados.
- Según me ha dicho un amigo –prosiguió Enríquez- ni la amenaza de la venida de vuestra merced fueron bastante para que Duque y sus oficiales adoptasen medidas de vigilancia, acogieron con risotadas los avisos de sus huéspedes y todos en completa embriaguez se echaron en sus casas.
- Me creo lo que me dice amigo Enríquez, ya que cuando llegué con mis hombres, ¿cuántos éramos capitán?
- Alrededor de mil, era nuestra mesnada –contestó el capitán del Hierro.
- Como le digo –prosiguió Cárdenas-. Entramos en la villa donde vimos que reinaba la soledad y el silencio y sin que nadie nos percibiera, dispuse un minucioso registro en busca de nuestros adversarios. Antes hice sujetar las anillas de hierro de los muchos cerrojos de las puertas de Guadalcanal, para que nadie escapara, penetré personalmente en la casa donde se hallaba el Duque con veinte amigos jóvenes que habían estado cenando y bebiendo con él, echamos abajo las puertas y empezamos el ataque, en cuanto los amigos del Duque pudieron coger las armas.

Alonso de Cárdenas hizo un alto en su relato y asiendo la copa de barro que contenía el famoso vino añejo de Guadalcanal, dio un largo trago y posó de nuevo la copa en la mesa.

Entre los numerosos comensales del mesón, apareció Alonso de Palencia (4), que viendo a Cárdenas y al resto que le acompañaba, se acercó a su mesa.

Amigo Alonso –le saludó Cárdenas- siéntese con nosotros, que parece que todavía está dormido.
- La verdad es que he dormido poco –contestó Palencia. Ya que como sabe, me gusta escribir y he estado redactando un resumen de lo que me han contado de la batalla de la noche pasada.
- Pues venga, léanos lo que tenga escrito –dijo Enríquez.
- Bueno tengo que pulirlo aún, pero le leo lo que tengo escrito: “… resonaba por todas las calles terrible estruendo y gritería, los sevillanos se abrían paso peleando y corrían a la casa donde estaba el Duque, algunos guiados por la luz de los faroles, cargaban sobre los enemigos; otros valientes jóvenes, medio borrachos, no rehuían la lucha, antes más osados, como más ignorantes del peligro, atravesaban combatiendo las calles atestadas de enemigos armados. Entretanto, el Duque sin ser reconocido, quedó tres veces prisionero y otras tantas en libertad, luego que -según la costumbre española- declaraba haber entregado a otro su espada…”
- Me temo que se nota en lo escrito su ascendencia sevillana –dijo Cárdenas algo molesto- ya que da la impresión, que son los “buenos” de la historia, y teniendo en cuenta que esta villa está dentro de mi jurisdicción…
- El historiador está por encima del bien y del mal –prosiguió Palencia-, narra lo que ha visto o le han contado; en este caso, puede ser que la persona que describió lo visto lo hiciera con simpatía hacia los andaluces. Si me lo permite prosigo: “… se rindió el caballero que le acompañaba -que era de Jerez-, a fin de dar tiempo a huir y así lo hizo el Duque, a quien iba guiando entre la oscuridad un leal vecino…”
- Seguro que este vecino es el que le ha contado la historia –dijo el capitán del Hierro.
- … que le tuvo que prestar su propio calzado porque a don Enrique le era imposible caminar de otro modo, por aquellas asperezas. Encontraron a un jinete que cabalgaba hacia Alanís, que reconociendo al Duque, le cedió su caballo..."
- Yo apuesto que fue el del caballo el que le ha contado la historia .dijo Enríquez.
- Lo siento, pero no puedo informarles de mis fuentes –continuó Palencia- “… en la villa iba encarnizándose entretanto la pelea; el ansia del botín hacía aflojar a la gente de Cárdenas. El primer ímpetu de los sevillanos había conseguido que se agruparan fuerzas suyas, de modo que ya en muchos lugares se combatía en iguales condiciones. El núcleo de la resistencia lo formaban unos setenta mancebos que detuvieron por largo rato al enemigo, que confiaba en su mayor número, luchando cuerpo a cuerpo, en muchos momentos parecían vencerlos, aterrorizando a los adversarios que tanto terror le habían inspirado antes…”
- La verdad es –dijo Cárdenas- que llegué a temer un desastre; los sevillanos consiguieron apostar treinta jinetes en las afueras para la pelea, mientras mis soldados se entretenían en saquear lo que tenían los sevillanos, a quienes habían muerto o aprehendido.
- Sin embargo –prosiguió Palencia- “… resultó herido el capitán que había quedado al frente de los del Duque, éstos por fin se retiraron dándose por vencidos, seguramente ya de día y por el camino de Alanís…
- Bueno, se marcharon –dijo el capitán del Hierro-pero nosotros nos quedamos con el botín, y aún hubiera sido mayor éste, si los vecinos de Guadalcanal no se hubieran mostrado bondadosos y observando las leyes de hospitalidad, devolvieron a los sevillanos, antes de marcharse corriendo, la plata labrada que había confiado a su buena fe o había arrojado a los pozos. Los habitantes de la villa no han tomado parte en la batalla, han alojado las tropas como era su obligación –ambos ejércitos éramos legales- y nos han avisado de los peligros, nos han socorrido y tenemos que reconocer que han sido bondadosos con ambos contendientes..."
- Creo que esta batalla –tomó la palabra de nuevo Cárdenas- tendrá repercusiones políticas, ya verán. Ha sido un revés para el de Medina Sidonia, pero ya veremos sino me afecta a mí también, los Reyes Católicos quieren asegurar el nuevo estado que están formando, y pienso que quieren someternos a todos los nobles.
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Han pasado dieciséis años desde aquél martes de carnaval que narrábamos anteriormente, estamos en el mismo Mesón del El Toro. Ahora dos de los personajes que conocimos están frente a frente…
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1) Alonso Cárdenas tenía en esa fecha 53 años. Fue Gran Maestre de la Orden de Santiago en dos ocasiones, (1474-1476) y posteriormente (1477-1493)
2) Enrique Enríquez fue nombrado comendador de Guadalcanal en el año 1480.
3) Don Enrique de Guzmán el Bueno, II Duque de Medina Sidonia (d. 1492) y conde de Niebla.
4) Alonso de Palencia, intelectual y político notable, nació en julio de 1423, probablemente en Sevilla y murió después de 1492. En el capítulo X del libro I de la Tercera Década, entre los sucesos de finales de 1475 y principios de 1476, narró Palencia las contiendas por el maestrazgo entre el Duque de Medina Sidonia y el Comendador Cárdenas. Una de ella fue ésta. (H.ª de los Reyes Católicos B.A.E. vol. 70 (Madrid 1878) cap. 40: “De cómo el Duque de Medina… entró en el Maestrazgo…” pág. 596-597)

(continuará …)

martes, 25 de noviembre de 2008

La dote de Diego Ramos









--------------------- El diario de Antón Zape ------------------






domingo, 23 de noviembre de 2008

Concierto de Santa Cecilia

Hacía mucho tiempo que no veíamos el cine Municipal de Guadalcanal con un aforo prácticamente completo. Alrededor de seiscientas personas nos sentamos a disfrutar de este nuevo concierto de Santa Cecilia.

Francisco Javier Carrasco al frente de la Banda de Música Ntra. Sra. de Guaditoca nos sorprendió –como siempre agradablemente- con un concierto dedicado en esta ocasión a la música del cine.
A nuestra vista fueron apareciendo imágenes y sonido, que nos recordaron los principales pasajes de películas como: La Vida es Bella, El último mohicano, Titanic, Piratas del Caribe, El señor de los Anillos…

Muy emocionante fue oír a Mercedes Ugía, cantando el tema principal de Titanic, con esa voz maravillosa que surgió de entre la música que sesenta profesionales nos estaban ofreciendo.

No podemos pasar por alto la perfecta selección de imágenes realizada por Gerardo Chaparro, que sobre una gran pantalla pudimos ver.

Desde nuestro lugar de observación recibimos en cada actuación, un sonido depurado, una perfecta conjunción entre todos los instrumentos que componen esta Banda de Música, que yo más bien diría Orquesta, ya que en diferentes momentos nos pareció oír el sonido de los violines y otros instrumentos que nos veíamos en el escenario. Buen trabajo de la percusión, donde hemos podido notar la incorporación de nuevos instrumentos, que nos hacen apreciar la virtuosidad de la interpretación de toda la Banda de Música.

Juan Antonio Ruiz dirigió a este nuevo Coro de Voces Blancas, donde unos cuarenta y tantos niños y niñas nos ofrecieron las delicias de esas voces juveniles, interpretando temas de Pocahontas y La Bella y la Bestia.

Como ya viene siendo habitual, también colaboró en esta concierto de Santa Cecilia el Coro Sacramental Cristo de las Aguas", con la interpretación de Ghost, Desayuno con diamantes y La Misión.

Después de más de dos horas, nos levantamos de nuestros asientos con la sensación de haber asistido a uno de los mejores concierto y con la alegría, no sólo del momento vivido, sino de la involucración que vemos en parte de nuestra juventud, que robando horas a su diversión están consiguiendo que la música sea una cosa muy importante en Guadalcanal.

Fama de los vinos de Guadalcanal

------------------ El diario de Antón Zape ---------------------

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cervantes y los vinos de Guadalcanal

------------------ El diario de Antón Zape ---------------------

Adelardo López de Ayala


Cualquier persona que haya visitado Guadalcanal, ha podido ver en el centro de la Plaza de España, una estatua que representa a Adelardo López de Ayala, hijo de la villa. Aunque este escritor y político quedo inmortalizado con el rostro que todos conocemos, a continuación les mostramos otras fotografías que hemos localizado en varios lugares. A la derecha se puede ver la cara de la "musa" completa.
El día uno de mayo de 1828 nace en la calle de Camachos Adelardo Santiago Felipe Ildefonso Fernando Rafael, hijo de don Joaquín Rafael de Ayala y Silveira y de doña Matilde de Herrera y Tena, conocido en el mundo de las letras y de la política por Adelardo López de Ayala.
Al margen de su partida de bautismo –que se encuentra al folio 58 vuelto del libro 15 de los de este trámite de Santa María- algún cura escribió: “Este Adelardo fue Ministro de Ultramar en la revolución de 1868 y votó la Constitución de 1869, que estableció la libertad de cultos. Falleció en Madrid en 30 de diciembre de 1879, siendo Presidente del Congreso de los Diputados”.
De entre las escasas deferencias que para con su villa natal tuviera circularon antaño multitud de anécdotas que ironizaban sobre tal circunstancia, hay que reseñar la donación que hizo de una estatua de Cristóbal Colón a este Ayuntamiento, en cuyo pie figuraba su blasón.
Procedía López de Ayala del noble e ilustre linaje de los Ayala, de Guadalcanal, descendientes de don Rodrigo de Ayala, que por sus servicios fue honrado con la concesión de una banda engolada en dragantes, como armas complementarias de su secular blasón, en 1505. La nobleza fue constantemente calificada por la posesión de Estado, en cargos honoríficos, empadronamientos y distinciones en esta villa, habiendo litigado y obtenido reconocimiento de su hidalguía ante la Real Cancillería de Granada, a pedimiento de don Pedro de Ayala
Adelardo López de Ayala murió soltero, aunque estaba a punto de casarse con la bella actriz Elisa Mendoza Tenorio, que tomó parte en el estreno de “Consuelo” como protagonista.
Se le tributaron honores de Capitán general muerto en campaña y fue trasladado al Congreso de los diputados, donde quedó instalada la capilla ardiente.
El 2 de Enero de 1880, se verificó el traslado de sus restos a la sacramental de San Justo en Madrid.
Relacionamos alguna de sus obras: “Los dos Guzmanes”, “Amores y desventuras”, “Un hombre de estado”, “Guerra a muerte”, una zarzuela con música del maestro Emilio Arrieta, “Rioja” y tres zarzuelas: “La estrella de Madrid”, “Los Comuneros” y “El Conde de Castralla.” le siguieron las obras de teatro: “El Tejado de Vidrio” “El tanto por ciento”, “El Agente de Matrimonio”, “El nuevo Don Juan” y “Consuelo”...
En 1926 se le erigió un monumento en la Plaza de España de nuestro pueblo, con el expediente 547 del Archivo Municipal. El busto es idéntico al del mausoleo que existe en el cementerio de San Justo de Madrid.
(Datos extraídos del libro de Andrés Mirón “Historia de Guadalcanal” y otros autores de la Revista de Guadalcanal)















sábado, 15 de noviembre de 2008

El diario de Antón Zape

Los españoles
(pulsar sobre la fotografía para aumentar el tamaño)


La última Casa de la Encomienda


En la Revista de Guadalcanal del año 1994 apareció un artículo de doña Aurora Ruiz Mateos, donde hacía una descripción de las casas de la Encomienda en Guadalcanal.

En aquél momento la autora no localizó el sitio exacto donde estuvo esta última casa de la Encomienda.

El equipo de investigación de la Asociación Cultural Benalixa ha localizado la casa.

Transcribimos un resumen del citado artículo, así como algunas fotografías.

".... Consta documentalmente que se conservó todo el castillo hasta 1690. Iniciado el deterioro, el Consejo de las Órdenes dispuso demoler el interior por ser dificultoso e inútil su reparo. Los materiales se vendieron en pública subasta y con su producto se compró otra vivienda principal en la calle Granillos..."
"... La casa de la calle Granillos edificada tenía enfrente una bodega con las tinajas traídas del castillo.
La estructura de la casa corresponde a las fig. 6 a 10. El cambio que expresa la descripción de 1756 es funcional, la bodega, situada en la planta alta (fig.7), es convertida en pajar, bien por problemas de peso o de comodidad, para no tener que subir el vino; la sala y la alcoba situadas a la derecha del zaguán, en la planta baja (fig.6) en bodega, y se han tapado cuatro arcos del corredor alto, al que dan el pajar y la bodega, junto al granero, y se utiliza dicho espacio como carbonera.



El patio estaba empedrado y había un pozo debajo de uno de los corredores. Los pilares de éstos eran de ladrillo, a excepción de los dos de la planta baja, frente a la entrada principal, que eran de mármol, siendo también de este material el pilar que soportaba las dos vigas que reciben las maderas de la cubrición del granero sotanado (fig.6).
La escalera principal era de ladrillo, con un pasamano de cantería.
De la segunda casa de la encomienda no quedan restos identificables en la zona en que estuvo situada..."



sábado, 1 de noviembre de 2008

Guadalcanal Fundación Benalixa

Hoy iniciamos un camino con el objetivo de facilitar toda la información de que vayamos disponiendo, de cualquier tema relacionado con Guadalcanal.

Los temas están abierto y serán los que los nuevos colaboradores vayan incorporando: fotografías, temas históricos, trabajos inéditos relacionados con Guadalcanal, temas actuales, etc.

Puedes contactar con nosotros dejando un comentario en esta noticia o directamente al E-mail que figura en la página. En breve espacio de tiempo le contestaremos, bien directamente o a través de esta página.

El primer paso está dado... ¡Adelante!